Un sistema perverso y corrupto


La actual recesión que agobia a Estados Unidos y al mundo entero ha puesto en evidencia lo profundamente perverso y corrupto que es el sistema capitalista.

Félix Loarca Guzmán

El periodista Andrés Sal.lari, de la agencia argentina de prensa, Argenpress, preparó un especial que evidencia algunos de los sí­ntomas dolorosos del derrumbe capitalista.

Recuerda que el gobierno estadounidense ha inyectado 180 mil millones de dólares a la aseguradora AIG para salvarla de un catastrófico quiebre, y los altos ejecutivos de la empresa no tuvieron mejor idea que repartirse entre ellos 165 millones de esos fondos públicos.

La revelación de este escándalo partió del Congreso de Estados Unidos y el pasado 16 de marzo, el presidente Barack Obama declaró: «Esta es una corporación que se encontró con el desastre financiero debido a la imprudencia y la codicia. Bajo esas circunstancias, es difí­cil entender cómo los operadores de derivados en AIG garantizaron los bonos. ¿Cómo ellos justifican este escándalo a los contribuyentes que están manteniendo a flote a la compañí­a?

El analista de Argenpress hace referencia a un trabajo que Michael Hudson publicó en Counter Punch señalando que la verdadera conspiración detrás de este caso no son los escasos millones que se repartieron en bonos sino el destino de la mayorí­a de las decenas de miles de millones que AIG repartió entre algunas corporaciones privadas.

Hudson ofrece un dato muy interesante: que la mayor beneficiada con el rescate ofrecido por el pueblo estadounidense fue Goldman Sachs, que era presidida por el propio funcionario que ideó el rescate, el ex secretario del Tesoro del Presidente George W. Bush, Henry Paulson.

El artí­culo dice que esto demuestra la estructuración de un sistema perverso y corrupto. La clase empresarial asume la función pública violando lo que deberí­a ser una división de poderes, cuando sus intereses son afectados por una crisis económica generada por ellos mismos, entonces utilizan su poder público para confiscar dinero del pueblo e inyectarlo en sus empresas.

Añade que cuando todo iba bien y sus ganancias eran ostensibles, los genios del mercado impusieron un modelo de dominación en el que sus reglas eran intocables, cualquier intento de control en su contra era una flagrante violación a la libertad del mercado. Ahora que la cosa está fea, obligan a los estados más poderosos del mundo a utilizar el dinero de los contribuyentes para operar multimillonarios salvatajes con el dinero público, y no contentos con esto, se reparten buena parte de esos bienes entre ellos para asegurarse que ante cualquier contingencia más grave, no tengan que pasar ninguna penuria. Además, actúan con gran impunidad.