Un referente emblemático más, se derrumba


Si no fuera por lo que sucedió en Estados Unidos a principios de la semana pasada, podrí­a parecer baladí­ referirse a lo que significa que los peloteros y la fanaticada de los Yankees de Nueva York dejen el referente emblemático del béisbol estadounidense, y la temporada del año entrante tenga por espacio deportivo, al otro lado de la calle, un estadio palaciego en construcción a un costo de un mil 300 millones de dólares y que podrá ofrecer exageradas comodidades y lujos, pero que es imposible que reemplace la historia del diamante original.

Ricardo Rosales Román

El ahora vetusto Yankee Stadium, se construyó en 281 dí­as a un costo de 82 millones y medio de dólares. Se inauguró el 18 de abril de 1923, antes de que existiera el siempre imponente Empire State. Para entonces, el campo de juego de los Yankees, simbolizó el poderí­o estadounidense. Hasta el pasado domingo 21, fue el escenario que registra gran parte de lo mejor del béisbol profesional estadounidense de los últimos 85 años.

Digo que podrí­a parecer baladí­ referir lo anterior, pero no es así­. Y no es así­ porque la modernidad en el capitalismo sólo beneficia a unos cuantos adinerados codiciosos. Es una manifestación del insaciable afán de lucro. Lo emblemático es, a su vez, parte de su gran negocio y del que pueden prescindir cuando les resulta ya obsoleto. Ese es el sentido del cambio que predomina en la sociedad consumista. Las utilidades, dominan y controlan todo tanto como la especulación y el egoí­smo.

En lo deportivo, el fanático es ví­ctima de una ficción. Lo virtual, lo subyuga. Las apuestas acaban convirtiéndolo en el sujeto atrapado por el sí­ndrome del corredor de bolsa. El profesionalismo convierte al atleta en una mercancí­a y su éxito no depende sólo de su desempeño en el campo de juego sino por el precio que alcanza según las leyes de la oferta y la demanda: es un engranaje más de la cadena empresarial corporativa explotadora. El espectador, por su parte, cree que su butaca en el graderí­o eleva su estatus mas nunca al nivel de quien dispone de palco propio.

En ese marco, la connotación que se ha querido que los millones de seguidores de los Yankees asuman ante el adiós al Yankee Stadium es que hay que hacerlo con nostalgia, emotivamente, y conformarse a rememorar las glorias de un pasado de éxitos y victorias resonantes.

Que en su juego de despedida de su histórico campo de pelota le ganaran a los Orioles de Baltimore no era difí­cil de presupuestar. Lo que no hay quien dude es lo desastrosa que ha sido para los Mulos de Manhattan la actual temporada. El lunes 22, estaban a ocho juegos y medio de los Mantarrayas que encabezan la división este de la Liga Americana.

Como quiera que sea, mi simpatí­a hacia este gran equipo comenzó desde que empecé a escuchar las transmisiones de la Cabalgata Gillette a cargo de Buck Canel; se afianzó con la inigualable vivacidad narrativa de Abdón Rodrí­guez Zea. De ahí­ que la inminente demolición del Yankee Stadiun tenga para mí­ un significado diferente. Y, desde una óptica distinta, me parece que podrí­a equivaler, por su coincidencia en el tiempo y lugar, a la caí­da estrepitosa de la bolsa de Nueva York del pasado lunes 16. Lo de las Torres Gemelas, es otra cosa.

En tal sentido, la debacle del Merril Lynch; la bancarrota del Lehman Brothers, el cuarto banco de inversiones de Estados Unidos; el derrumbe de otro no menos importante banco de inversiones, el Bear Sterns; el rescate obligado de Fannie Mae y Freddie Mac, las dos gigantes hipotecarias, y las implicaciones que pudiera traer el colapso de American International Group (AIG), son sólo algunos de los componentes más visibles de lo que Robert J. Samuelson caracteriza como la desintegración de Wall Street (Siglo Veintiuno, 22 de septiembre de 2008). Todo indica, entonces, que se está ya en el comienzo del fin de una era tanto en la metrópoli misma del imperio como en la periferia.

Para el estadounidense promedio puede que resulte difí­cil ver las cosas así­, como también asimilar que en el campo militar y polí­tico las tropas ocupantes en Irak estén siendo derrotadas por la resistencia iraquí­ y que lo mismo le esté pasando a las de la coalición en territorio afgano. Lo que talvez mantenga sus expectativas es el inicio este viernes del primero de tres debates entre el candidato presidencial de los demócratas, Barack Obama, y el candidato presidencial de los republicanos, John McCain, en un escenario comicial en el que lo que está en disputa entre los más acaudalados y poderosos sectores económicos y financieros estadounidenses, es el control del poder, en un ambiente exacerbado por el racismo y el fundamentalismo a ultranza de la conservadora neoderecha radical.

En todo caso, la televisión deportiva le quiso dar a la ida de los toleteros del Bronx a su nueva y lujosa instalación, una cobertura que no abarcó todo lo que en realidad significa.

El Yankee Stadium pasa a ser sólo un recuerdo: el referente emblemático del béisbol estadounidense que se desploma en el corazón de la urbe del paí­s más poderoso de la Tierra.