Un puñado de harina los hace tambalear


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Existen visiones exógenas tan diferentes a las de los nacionales que viven en Guatemala, cuyos parámetros son mucho más amplios y menos viscerales. La lógica nos dice muchísimo sin haber estado presentes en el lugar del “harinazo”, como dieron en denominarle, dentro de otras múltiples expresiones que nos hacen reír a carcajada batiente, al incidente ocurrido a Roxana Baldetti al salir del “Informe Presidencial” en el Teatro Nacional. ¡Y vaya que fue en el Teatro!

Roberto Arias


A continuación hago del conocimiento de los lectores un texto que vino a mi correo desde el extranjero y, por consideración a quien me lo envió no expondré si fue del África, Europa, América o Asia. Lo divulgo porque ese pensamiento, en su generalidad, es afín al mío:

“Guatemala es un país provinciano, donde el Gobierno realiza la presentación de su informe anual en un teatro (para evitar los abucheos y las mantas en el Congreso), en un acto cuyo protocolo recuerda las tradicionales clausuras escolares. Los hombres de tacuche y de vestido elegante las niñas, con música de banda, pabellón nacional, entonación del himno, saludo uno y dos, con graduandos o funcionarios sentaditos en el escenario luciendo sus medallas y diplomas, y en lugar del director del establecimiento dirigiendo discursos emotivos sobre el tiempo que ha pasado y no volverá, aparece el Presidente listando lo realizado, sus estadísticas acondicionadas para inspirar confianza, aunque la tensión se perciba en el ambiente, porque no están donde debieran, porque se firmó la paz con la insurgencia, pero no entre los partidos políticos, y el Teatro Nacional es escenario de fantasía y asombro, con la ausencia de los legisladores de la oposición, o saliéndose irreverentes tras mostrarse presentes.

La falta de respeto de unos hacia otros contagia a la población, y el incidente de la niña que le lanzó harina a la vicepresidente Baldetti debe entenderse como el resultado natural. La población ha visto a los diputados lanzándose agua, vasos, o amenazándose con tranquilizadores eléctricos, sin respetarse unos a otros.

Hasta se dan de manadas. Y si así se comportan los políticos en las instancias donde debiera de prevalecer la inteligencia, la educación y el entendimiento, ¿cómo se va a querer imponer corrección a los ciudadanos?

La Vicepresidente perdió la oportunidad de lucirse como líder, porque ya de por sí se estaba robando el espectáculo al ser víctima de una joven maleducada que le lanzó harina. Una verdadera estadista se hubiera sacudido la ropa, conservando el control, y con toda educación y firmeza hubiera hecho sentir que el incidente era cosa de niños, demeritando la vergüenza, y sancionar a la muchacha malcriada incorporándola al servicio social, por ejemplo, para marcar un precedente; pero al caer presa del pánico, ser auxiliada en camilla, hospitalizarse y poner al Presidente a prometer la aplicación de todo “el peso de la ley” para castigar una acción que es producto del mal ejemplo de los políticos, sólo demostró debilidad.

La reacción sobredimensionada ya se vislumbra como otra batalla perdida, porque el acaloramiento puso en evidencia que a los patriotas un puñado de harina los hace tambalear.” (sic) Fin de cita.

Personalmente creo que esas muchachas, a quienes ahora el gobierno agrede sexualmente como lesbianas, como es la usanza para desacreditar a sus enemigos (verbigracia Monseñor Gerardi), son el chivo expiatorio de los desmadres que hacen los políticos para llegar al o, para no soltar el poder.

Seguramente estas muchachas universitarias fueron retadas para hacer semejante tontería y probablemente les ofrecieron pagarles de alguna forma. Lo que casi seguramente quedará en un limbo es: ¿Sería la oposición o sería el gobierno quienes les animaron y les prometieron alguna paga?

Mientras tanto la población se devana de la risa sobre el incidente. Métase el lector a “Tweeter”.