Las diferencias de opinión alrededor del juicio y sentencia del General Ríos Montt ha mostrado la cara de una sociedad que no concluyó la polarización ideológica, ni siquiera con el avance de la democracia. La polarización aunque obvia y hasta necesaria, probablemente no cesará hasta que la sentencia quede en definitiva, dejando tras de sí una huella imborrable de un pasado que se resiste a cerrar precisamente por las enormes heridas que ese espacio de tiempo nos dejó. De hecho, la fractura de la sociedad es una muestra clara que el pasado necesitaba terminar con la justicia, no se podía nada más borrar y olvidar, resultaba imposible.
Sin embargo, esta secuela pudiera constituir el punto de inflexión para obtener algunas lecciones aprendidas. La primera, no bastaba firmar los Acuerdos de Paz, como un ejercicio para detener la confrontación militar, era necesario sentar las bases y ser congruente con ese proceso para construir condiciones para una paz social de largo aliento, buscando reducir la pobreza, la exclusión y el racismo. La segunda, la memoria histórica y la verdad, sin la justicia resultan conceptos vacíos. Era preciso llegar a este punto de divergencia del juicio y sentencia para comprender que el pasado más ominoso requería llevarlo a la justicia. Y la tercera es que la sociedad ya no es la misma de hace tres décadas.
En el caso de esta última lección merece atención precisarla aún más. Esta sociedad cambió dramáticamente. Ya no es fácil para las autoridades engañarla y hacerla obedecer dócilmente. Esta sociedad hoy busca más y buscará más. Ahora es más claro y de uso común el daño que las élites han causado al país en su intromisión en mantener su poder y control sobre cada gobierno. Pero aun así, no cesan de equivocarse y de pretender ejercer su poder de veto, con un comunicado en donde piden a la Corte de Constitucionalidad anular el juicio en mención. Una muestra palpable de sentir que van perdiendo poder y pidiendo que se violente el Estado de Derecho, craso error.
La sociedad cambió, pero no las formas de actuar de las autoridades y gobiernos. La sociedad ya no puede ser engañada tan fácilmente. Hoy exigirán más y más de las autoridades. Se necesita de una visión política más cercana a las sociedades, principalmente las rurales, en donde las Municipalidades pueden jugar un rol más importante que lo que actualmente hacen. Se demanda mayor infraestructura social, pero aún más, transparencia.
La sociedad cambió, pero principalmente se ha visto una enorme movilización de los liderazgos a nivel del interior. Hoy todos estos colectivos sociales han dado muestras de su madurez, de su visión más comprensiva de la realidad y de su papel en la participación política. Si no vean los 48 cantones de Totonicapán, los cantones de Jalapa, el Parlamento Xinca y otras que hoy nos enseñan que el racismo debe acabar. En este país se debe terminar la práctica del racismo y pretender que en cuestiones étnicas todo está resuelto. Esa inmensa diversidad étnica hoy demanda un futuro distinto, cuando en el pasado pagaron con muchas vidas y en el presente se les invisibiliza como si no existieran. La sociedad cambió, deben cambiar las autoridades, las élites, los políticos y todos nosotros.