Un poco de humildad le convendrí­a al Presidente


No puedo anotar con precisión la fecha ni el nombre del amigo cuyo cuerpo yací­a exánime en una capilla funeraria de la zona 9. Sólo se asoma a mi memoria el vago recuerdo que el presidente Alfonso Postillo cumplí­a el primer año de su mandato. Pero tengo la certeza de que eran las primeras horas de la mañana de ese dí­a y que contadas personas acompañábamos a los deudos.

Eduardo Villatoro

   En un momento dado me quedé a solas con el ingeniero ílvaro Colom, quien, por primera vez, habí­a sido derrotado en las entonces recientes elecciones presidenciales. Conversamos durante una media hora, lapso durante el cual percibí­ el brillo de ansiedad y confianza que se desprendí­a de sus vivaces pupilas, acompañado de sus pausadas palabras que aseguraban que volverí­a a competir por la Presidencia de la República en la siguiente jornada electoral.

   Como en ese tiempo nos tratábamos de vos, aunque él prefiere el tuteo, yo me atreví­ a sugerirle, palabras más, palabras menos: -Espero que si llegás al poder no dejés de ser humilde; designá funcionarios que siempre te digan la verdad, y no  escuchés a los que abundan en elogios.

   Transcurrieron los años. Volvió a ser candidato presidencial y por segunda vez perdió, pero en la tercera ocasión-ocioso es mencionarlo- resultó elegido. Cuando lo veo y escucho por televisión, me da la ligera impresión que pretende ser humilde; pero creo que sólo es una imagen artificiosa, porque jamás he escuchado de sus labios que se ha equivocado, que ha cometido errores y que está dispuesto a enmendarlos.

   El miércoles pasado tuvo una valiosa oportunidad de reconciliarse con un elevado porcentaje de guatemaltecos que lo critican y lo detestan a causa de su actitud que podrí­a calificarse de indiferencia ante la ola de violencia criminal que diariamente provoca la muerte de niños, jóvenes, adultos y ancianos.

   Durante la transmisión de su programa radial Despacho Presidencial, el mandatario aseguró que el año anterior en todo el paí­s se registró una reducción en la escalada de la delincuencia, pero el ministro de Gobernación le enmendó la plana al aseverar que en 2009 aumentó «levemente» el número de asesinatos y homicidios.

   Coincido con Oscar Clemente Marroquí­n, en cuanto a que el presidente Colom, en un súbito arranque de solidaridad con las ví­ctimas de la criminalidad, pudo haber expresado palabras de congoja  y preocupación, además de anunciar la adopción  de medidas extraordinarias para combatir el flagelo de la delincuencia. Pero es demasiado esperar un gesto de humildad del gobernante.

    (Un empleado público le pregunta a Romualdo Tishudo: -¿En qué se parece Superman con un alto funcionario humilde?  -¿En qué? pregunta mi amigo. -En que ninguno de los dos existe).