Rosado, sin nada especial. Atado a la antena, al espejo o a cualquier parte del carro. Lo reparten un ama de casa común y corriente, una licenciada, una estudiante… amigas, conocidas o personas que no conocemos. Raro a veces, ver personas que a lo mejor no imaginaríamos en la calle haciendo estas cosas.
Mauricio Labbè Pérez
¿Por qué lo hacen?
Lo hacen por ti y por mí. Lo hacen por nuestras mamás, esposas, hermanas, hijas, sobrinas, primas, amigas etc. Lo hacen porque hay una voz que a gritos lo pide. Una voz que no fue oída, pero que sigue gritando. Cansada pero aún con fuerzas, afónica pero escuchándose fuerte.
Esa voz es la de Cristina. En medio de los gritos de impunidad e injusticia… sigue haciéndose oír. No se va a callar, no puede darse ese descanso. Nosotros tampoco podemos permitirle que se deje de oír. Es la voz de una madre buscando a sus hijos y buscando justicia. ¿Podríamos pedirle que se calle? La respuesta es no. Sería más cómodo no escucharla, que sus gritos no retumbaran en nuestros oídos y hacernos de la vista gorda ante su aflicción. Sería más fácil el obviarla y seguir con nuestras vidas. Pero entendamos algo, Cristina está hablando por nosotros.
Está hablando por las mujeres que han sufrido y siguen sufriendo. Está hablando por los hijos de muchas de ellas, que no pueden hablar, que no pueden quejarse. Que lo único que pueden hacer, al igual que sus mamás, es llorar en silencio y con vergüenza. Cristina habla para que los maquillajes no oculten golpes, para que las mangas largas no oculten heridas, para que las bufandas no oculten sufrimiento.
Esa voz, esa voz de Cristina, habla ahora a través de mí, a través de sus amigas, de sus familiares y a través de todas las mujeres que ahora buscan dignidad y justicia… habla también por las que ya no pueden, por las que sufrieron en silencio, por las que escondieron las lágrimas y son ahora un pedazo de mármol en algún cementerio. Habla por todas, por las presentes y las ausentes. Habla, porque quiere justicia, porque quiere encontrar a sus hijos.
Seguí hablando, Cristina, seguí buscando, seguí perseverante y fuerte. Yo por mi parte, pongo ese pedazo de plástico rosado en mi carro para recordarte, y para que sepás que en esta búsqueda no estás sola, que hay muchos que te recordamos, queremos y estamos con vos apoyándote.
Esa voz… esa vocecita… está fuerte y sigue creciendo.