Un muy buen punto de partida


La visita del senador Harry Reid, lí­der de la mayorí­a demócrata en el Senado de los Estados Unidos, permitió un tratamiento al tema del combate al narcotráfico que me parece enfocado en la realidad y más equitativo. Generalmente escuchamos que Washington califica y hasta condena la forma en que los paí­ses de América Latina vienen librando el combate a la droga, pero nunca se escucha comentario alguno sobre el impacto que en el tráfico de los estupefacientes tiene la demanda enorme que hay en ese gran paí­s.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

El senador Reid hizo algo de enorme importancia cuando dijo que habí­a que reconocer que ellos también tení­an su parte de responsabilidad porque no han logrado avanzar como debieran en el tema del combate al consumo. Y es que siempre se ha dicho que en tanto la demanda se mantenga y, peor aún, vaya en aumento, es natural que los productores amasen enormes fortunas que les permiten corromper a estos paí­ses donde existen débiles estructuras de institucionalidad. Es cierto que es deber ético, moral y legal de cada uno de los paí­ses afectados por la producción o el tráfico de la droga combatir ese flagelo, pero lo que no se vale es que todo el peso de la lucha antinarcótica se haga caer sobre estos paí­ses, sin entender que así­ como aquí­ funcionan poderosos carteles, también adentro de Estados Unidos tienen un serio problema no sólo de consumo, sino de grupos de criminales bien organizados que se dedican al trasiego y venta tanto al por mayor como para el consumo.

Ignoro si la Casa Blanca y la misma DEA mantienen una visión parecida a la que el senador Reid expuso en su visita a Guatemala, pero serí­a bueno que entendamos que se trata de un flagelo en el que estamos juntos y frente al que la lucha tiene que ser más solidaria de lo que ha sido. Porque se pretende que estos paí­ses destinen enormes cantidades de sus recursos para enfrentar a multimillonarios carteles que operan con la más amplia libertad y hasta que se persiga y ataque a los campesinos que en medio de su miseria sienten que la siembra de materia prima para los traficantes es la solución a su problema de vida, pero no recibimos en cambio el apoyo necesario para disponer de recursos para hacer más efectiva esa lucha, ni de apoyo para que la gente que se beneficia con esas siembras pueda tener mejores cultivos con acceso a otros mercados.

Algunos dicen que hay regiones en ciertos paí­ses donde los únicos que no emigran son los que se dedican a siembra de amapola o de hojas de coca porque todo el resto de la gente, los que no caen en las redes del narco, no tienen medios ni para subsistir y por ello viajan a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de vida. Y eso para toparse con que allá son tratados en una forma lamentable porque se les considera no sólo ilegales sino en muchos sentidos despreciables.

Compartir con el senador Reid ese enfoque de que la lucha tiene que ir tanto aquí­ como en las calles de las ciudades norteamericanas y de los conocidos puertos de entrada usados por los capos de la mafia para surtir la demanda imparable es un buen paso para que el esfuerzo sea realmente compartido y más efectivo.