Un minuto para hablar


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Hace algunos días leí en un matutino que un diputado se enojó porque el Presidente del Congreso Nacional informó que se daría un minuto a cada orador para que hiciera uso de la palabra; bueno, en realidad un minuto se pasa en lo que se toma aire para empezar a hablar.

POR JOSÉ ANTONIO GARCÍA URREA

Esto me trajo a la memoria un caso parecido cuando se estaba en el Pleno discutiendo los últimos artículos de la Constitución Política de Guatemala, durante el régimen del coronel Enrique Peralta Azurdia, Jefe de Estado por haber destronado al general Miguel Ydígoras Fuentes, de quien era su Ministro de la Defensa, y que tiempo después ya tranquilo aquí en Guatemala de regreso de El Salvador a donde se fue a asilar, decía al hacerle alguna pregunta «no sé por qué como de repente se acabó mi gobierno».

Las discusiones de esa nueva Constitución se tardaron tres años, porque fue cuando se rebajó el período presidencial a cuatro años, que estrenó el coronel Peralta.

Como digo, en una de las sesiones fungía en calidad de Presidente el Mee.  abogado y diputado Manuel Villacorta Vielman y llegó a la Mesa de la Junta Directiva con un reloj de laboratorio fotográfico que tiene dos carátulas, una para la hora normal y otra para minutos, y anunció más o menos así: “señores diputados, como ya estamos en la fase final de estas discusiones, de aquí en adelante se darán diez minutos a cada representante para el uso de la palabra, excuso decir que esta advertencia tenía un marbete exclusivo como se verá. El diputado y abogado José García Bauer. decano de los diputados, fue el primero en solicitar el uso de la palabra, el Presidente al tiempo de otorgársela puso los diez minutos en el reloj; ante eso, García Bauer comenzó a hablar así: » Señor Presidente (esto con el debido respeto a mis amables lectoras y lectores) usted no va a limitarme el uso de la palabra con esa su mierda” ; golpes del mazo, «señor diputado García Bauer, sírvase ser comedido y respetuoso y no proferir palabras fuera de lugar y mal sonantes. «Señor Presidentemierda, (unía las palabras), no es una palabra fuera de lugar ni mal sonante ni estoy faltando al respeto, porque mierdaSeñorPresidente, es una palabra correcta, no es el sentido que le da el vulgo…», total que García Bauer demostró durante cuarenta y cinco minutos, en una exposición magistral, que esa es una palabra correcta que se puede pronunciar sin motivo de escándalo ni falta de respeto en cualquier lugar y ante cualquier público. Tomó sus documentos, los introdujo en su valijita y se fue.

Cabe mencionar que en esos días en el Congreso habían diputados a quienes daba gusto escucharlos en sus disertaciones y entre ellos al abogado Jorge Skinner Klee que era otro decano junto a García Bauer. Me imagino que en la actualidad debe haber más de algún decano, así como floridos oradores. En tiempos de la Presidencia de la República del doctor Arévalo, hubo un diputado que era carretero, de apellido Larios, hablaba con su léxico, no le llamaban la atención; tenía buenas ideas, otros diputados las recogían y las convertían en iniciativas de ley.

El abogado y diputado Rafael Téllez García, respetos a su memoria, dejó escritos tres libros de anécdotas parlamentarias que vale la pena leerlas. De ellas el abogado José García Bauer, en una parte de su prólogo dice: “Estas crónicas, tan chapinas como su autor. Van de lo íntimo indecible a lo escandaloso; de lo serio en el vivir, a lo picaresco; de lo correcto a la audaz maniobra diputadil; el que las lea hoy y en el futuro, tendrá estampas de la vida nacional familiar y privada de una Guatemala que se debate entre un gran antes y un gran después: en este mundo.» de tan profundos y contrastados cambios, de prospectivas realidades imprevisibles a nivel mundial y nacional.