El verano llega a su fin, pero la letanía de desastres, atentados y otros accidentes que afligen a Rusia, se alarga sin cesar, exacerbando los nervios de unos o suscitando en otros especulaciones extravagantes en este mes de «agosto negro».
En tan solo dos días de esta semana, el público ruso tuvo que digerir tres catástrofes: un accidente sin precedentes en una central hidroeléctrica de Siberia, un violento atentado suicida en Ingushetia, en el Cáucaso, y finalmente la colisión mortal en vuelo de dos aviones caza de elite, orgullo del país.
Estas catástrofes suceden a su vez a una serie de accidentes de ruta particularmente mortales y al embarazoso fracaso del ejército ruso en el lanzamiento de su prototipo de misil intercontinental Bulava. Sin olvidar el punzante recuento cotidiano de matanzas y asesinatos en el Cáucaso.
Para los observadores, estas catástrofes tienen un aire de la era postsoviética, que se explica por el persistente desfase entre la sed de modernización del país y sus infraestructuras de Estado profundamente degradadas.
Para el analista Dimitri Verjoturov, del sitio internet de informaciones y comentarios Agencia de Nuevas Políticas, el accidente de la central es una señal premonitoria.
«Este acontecimiento trágico es sin lugar a dudas un gran giro», escribe. «Rusia entró verdaderamente en un periodo de graves accidentes de origen tecnológico», estima.
Por su lado, la prensa popular repitió estos últimos días la idea de una maldición vinculada al mes de agosto, en el que Rusia conoció en otros años numerosas catástrofes.
Las personalidades interrogadas el martes sobre el tema por el periódico Komsomolskaya Pravda evocan en desorden los «pecados» cometidos por los rusos, el ciclo de eclipses, la «energía patológica» del mes de agosto, incluso la actividad solar…
El trisemanario Novaia Gazeta no se embarcó sin embargo en estas supersticiones. En la primera plana de su edición de ayer publicó: «No es por el mes de agosto».
«Las turbinas tienen que ser inspeccionadas a tiempo y el dinero, empleado para reparar las infraestructuras potencialmente peligrosas o anticuadas y no para comprar casas o yates», acusa en referencia al accidente de la central.
El semanario adoptó el mismo tono con respecto al atentado de Ingushetia. El ministerio de Interior «debe luchar contra la corrupción en sus propias filas y no contra los defensores de los derechos humanos», sermonea.
El desmoronamiento de la Unión Soviética en 1991 desembocó en una nueva era de ambiciones nacionales para Rusia, señala. «En los años 1990, nuevos camaradas tomaron las riendas de un nuevo Estado, que era necesario para cambiar todo. Pero los medios utilizados eran anticuados», se lamenta.
Otras publicaciones optan por un tono más bajo. El periódico oficial Rosiskaya Gazeta no teme incluir en la lista de catástrofes la sorprendente eliminación el lunes de la rusa Elena Isinbayeva, gran favorita del concurso de salto con garrocha, en la tercera jornada del Mundial 2009 de atletismo de Berlín.
El periódico cercano al poder, Izvestia, sugirió por su lado ayer, con humor, que se suprimiera el mes de agosto del calendario. «Podríamos llamar el próximo año este periodo como «julio 2″, por ejemplo», subraya.