Los electores guatemaltecos tienen un mes para tomar su última decisión respecto a las elecciones generales y para escoger a las autoridades que han de dirigir los destinos del país y de sus municipios, así como a los legisladores que les representarán en el Congreso de la República. Sin el elemento perturbador del debate sobre el artículo 186, que aún subsiste en el caso del candidato Harold Caballeros, pero que debiera ser resuelto en poco tiempo, es conveniente que centremos la atención no en la propaganda sino en la propuesta, si es que la hay.
Porque los guatemaltecos votamos de acuerdo a la propaganda y quien hace una campaña más vistosa desde el punto de vista del mercadeo, con recursos abundantes para llegar a todos los rincones, tiene enorme ventaja sobre cualquier candidato que tenga una propuesta seria que, entre otras cosas, diga las verdades y advierta sobre los problemas que se tendrán que enfrentar. Siempre la ha tenido más fácil el que dice que él resolverá todos los problemas del país que aquel que demanda la participación de todos los ciudadanos para emprender el camino duro, difícil y hasta riesgoso de la profunda reforma del Estado que el país requiere.
Esta ha sido una campaña atípica porque a pesar de la claridad de las normas constitucionales que regulan los derechos a elegir y ser electos, hubo un empecinamiento que perturbó todo el proceso y nos alejó a todos del debate de fondo. No es que en el país seamos dados a ese tipo de escrutinio de los candidatos, pero obviamente en las condiciones actuales, siendo tan evidente la deficiencia del Estado, es imperativo pensar con más cuidado nuestras decisiones porque nadie puede sentir que el sistema está funcionando de maravilla y que basta con cambiar al timonel para que la nave enderece el rumbo.
La reforma fiscal es un tema fundamental que tiene que ser discutido con seriedad y que nadie quiere abordar porque no es grato hablar de impuestos en plena campaña electoral, pero es un hecho que los Estados que no resuelven su problema de déficit están pasando serios problemas. Y eso ocurre en sistemas donde la calidad de los servicios públicos estatales es buena y la opción ha sido reducir la calidad y cantidad de esos servicios, pero en Guatemala no podemos hablar de recortes porque sería insensata una postura de esa naturaleza.
Y debemos demandar una propuesta seria y detallada en seguridad, que vaya más allá de la demagogia de una frase que no dice absolutamente nada. Propuestas concretas a cambio del voto debiera ser el reclamo unánime de los que van a votar.
Minutero
A solo un mes de elegir
es el momento de exigir;
que en vez de canciones babosas
aterricen con las cosas