En esa mañana de abril varias personas estaban frente a un hospital de León, Nicaragua, esperando que las atendieran.
César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com
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Una hora más tarde les dieron los números para pasar con el médico, y a Fidelia Arayca, una viejecita que sufría de problemas del corazón le tocó el primer puesto.
Sin embargo, una muchacha que estaba casi al final de la fila se retorcía de dolor, y la anciana al verla se conmovió y permitió que la joven fuera atendida por el doctor en vez de ella.
Y mientras la señorita recibía el cuidado necesario, Fidelia sufrió un infarto y murió.
Aquella viejecita buena le había cedido su lugar en la vida a una hermosa joven.
ES CON HECHOS QUE SE DEMUESTRA LA GRANDEZA DEL ALMA.