Un llamado a su conciencia, Señor Diputado


Por medio de esta columna Señor, Señora o Señorita representante del pueblo, muchas veces lo he criticado por su ineficiencia, incapacidad y todo un cúmulo de barbaridades cometidas en el desempeño de sus funciones. Me he dirigido a todos, pero en honor y en conciencia, gracias a Dios, hay sus excepciones. Ante la suprema importancia que reviste la elección de 103 magistrados a las cortes Suprema de Justicia y de Apelaciones, de nuevo me dirijo a todos los diputados, porque a mi juicio ha llegado el momento de hacer un alto en el camino para meditar el futuro que le espera a su familia, en especial a su descendencia. Creo que no es posible seguir por el azaroso camino de la corrupción y de la impunidad que agobia a la población. Por eso le hago un llamado para que cuando vaya a tomar cualquier decisión, fuera para escoger la forma de hacer la elección o de seleccionar a los futuros magistrados, por favor piense, aunque solo lo haga por unos breves minutos o segundos, en el futuro que le estará deparando a su familia, a la que seguramente quiere y estima.

Francisco Cáceres Barrios

No, no es posible seguir viviendo lo que en dí­as pasados nos ha tocado presenciar con tanto desagrado, en donde las «faltas de pruebas», «retorcimiento de leyes», «excusas» o «excepciones» son el común denominador de las sentencias de tantos tribunales dizque de justicia. Por favor, no permitan que la población siga siendo ví­ctima de una frustración apabullante, porque el más pí­caro de los delincuentes se rí­e en la cara de sus acusadores, porque compró una sentencia absolutoria por esos y tantos más tristes razonamientos. No hay guatemalteco que ignore que usted Señor, Señora o Señorita representante del pueblo están siendo objeto de presión, coacción y hasta de chantaje para que vote a favor de un personaje que no es precisamente el mejor ejemplo de ética, profesionalismo, honestidad y rectitud pero, ¿ya se puso a pensar que a lo mejor sus hijos, nietos o tataranietos van a ser mañana ví­ctimas de sus desatinos o particulares intereses?

La brújula de los diputados, a mi leal saber y entender, debiera ser la ética. Y la conciencia, debiera ser el instrumento que se encargue de señalarles el rumbo o de distinguir el bien y el mal, como dicen los filósofos, porque la conciencia es la misma inteligencia que juzga sobre la moralidad de nuestros actos. De esa cuenta, Señor, Señora o Señorita representante no va a ser una imposición externa, ni la fuerza de la ley, ni el peso de la opinión pública, mucho menos el consejo de sus más cercanos, quienes lo van a hacer tomar la mejor decisión para usted, su familia y su patria a la hora de elegir magistrados. Bien dijo Gandhi, que la ley más importante de nuestra vida es la voz de la conciencia. A ella acudo.