En esta irracional guerra entre palestinos e israelíes, creo que no se llegará a establecer quién de los dos tiene la razón. Nuevamente han tenido que llegar a las armas y se ha iniciado una matanza mataniños que es motivo de vergí¼enza para el mundo.
¿Habrá alguien entre esos dos bandos, alguien para quien esas hazañas militares mataniños sean motivo de orgullo? Desafortunadamente tengo que decir que la respuesta es afirmativa ya que consideran que un niño, sea palestino o israelí, es alguien que dentro de 15 años será un terrorista y por lo tanto es procedente eliminarlo.
No sé, pero sin quererlo pienso y siento que estamos viviendo algo semejante a los tiempos del rey Herodes, ese rey que ordenó a sus ejércitos pasar por cuchillo a los Santos Inocentes que ahora están huyendo a Egipto. Es que Herodes pretendía eliminar a aquel Niño Judío, el hijo de un carpintero judío y una bella María, también judía. A Dios gracias no logró su cometido.
¿No sienten ustedes, benevolentes lectores que esta guerra es una ofensa a Dios?
Tratando de ser lo más justo y ecuánime posible para así no tomar bando alguno, sino, antes que nada, encontrar la paz, sigo pensando y creyendo que esto está en manos de los judíos, de aquellos venerables hombres de bien, a fin de lograr que sus ejércitos acepten detener sus ataques aun cuando los palestinos no hagan lo mismo. Sería esa una demostración fehaciente de la buena voluntad del pueblo judío para volver a reencontrar el camino de un verdadero «pueblo escogido de Dios.
El señor Luis Rodolfo Cáceres Juárez comentando mi columna del 6-1-09 en este vespertino menciona en su e-mail los nombres de dos judíos: «Daniel Barenboin, eminente músico israelí que con su arte trata de tender un puente de entendimiento entre palestinos y judíos» y también de Uri Abnery, dirigente del Comité de Solidaridad con la causa árabe.
Gente de ese calibre, gente de esclarecido entendimiento y de buena voluntad son los que el mundo precisa en estos momentos. Un gesto judío de esa alta calidad serviría de emocionado ejemplo al mundo y se haría del apoyo moral de todos los pueblos de la Tierra.
Así lo pienso y he pensado también y he tratado de adivinar, cuál sería en este momento el consejo de Albert Einstein para su pueblo de Israel. Eistein, en más de una ocasión emitió opinión sobre la guerra y la paz y ahora que las manos de palestinos y de israelíes se han manchado con la sangre de niños inocentes, estoy seguro que se sentiría obligado a dejar oír su voz para detener este holocausto que está provocando la ira de Dios.
¡Qué bueno sería que pueblo y ejército israelí manifestaran al mundo que a partir del miércoles 14, ellos no harán un solo disparo más!
«Â¿Y tú crees Carlos que los militares israelíes aceptarían algo así?» me dijo la Lila mi mujer, «se ve, que, en ese sentido, sigues siendo un inocentón.