Narcos van y narcos vienen. Parece un juego cruel diseñado para tontos. Una cacería sin fin, sin más propósito aparente que prolongar las diversiones de la infancia. ¿O alguien cree que terminará la historia con la ejecución del próximo capo? En atrapando al próximo, ya hay una lista enorme de sustitutos. Es la de no acabar.
Ese es el juego que entretiene a las grandes naciones. Una ocupación poco, sana pero provechosa, dados sus réditos. Es un “narcópoli” cruel porque no es un inocente juego de mesa. Se trata de generar muerte, dolor y corrupción a los que son alcanzados por esa “diversión” diabólica.
Los jugadores identificables van desde políticos, sicarios, comerciantes, banqueros, pastores (curas)… llegando hasta el corazón de las familias, las que suelen verse involucradas cuando alguno de sus miembros es atrapado por la droga vendida en el mercado. Entonces viene el dolor, la pena y el sufrimiento. Son los daños colaterales del gran negocio del narcótico.
Esa entretención cruel es la que muchos piden que se termine porque constituye el origen de muchos males de nuestros tiempos. En esa línea ha ido no solo este gobierno, sino también intelectuales reconocidos como Mario Vargas Llosa. Al respecto, el peruano critica la gran industria del narcotráfico que es capaz de corromper gobierno y contaminarlo prácticamente todo.
«El narcotráfico puede pagar mejores salarios que el Estado», puede comprar policías, periodistas y ministros. El narcotráfico, dice Vargas Llosa, «es un ‘monstruo’ que está allí y que hay que enfrentar con racionalidad». Insiste en la inutilidad de su combate a través de políticas “puramente represivas”. «Por el camino que vamos (la represión) a lo que nos va a conducir es a que toda América Latina sea lo que hoy día México».
En el cambio a realizarse debe incluirse no solo la inocentada de su legalización, sino otras políticas que procuren que no se exacerbe su consumo. Definitivamente se debe promover un cambio de conducta social (lo que solo es fácil escribirlo) para permitir otra manera de relacionarse con la droga.
Mick Jagger nos puede hacer pensar y de repente cambiar nuestro modo de ver el uso de la droga cuando dice: “creo que, a veces, la gente cuando toma drogas es bárbara. No creo que haya nada malo en eso. Pero si se hace todo el tiempo, uno no produce todas las buenas cosas que podría. Suena como una declaración puritana, pero lo digo basándome en mi propia experiencia”.