¿Cuántos guatemaltecos acusados por motivos políticos y similares se encuentran prisioneros en las cárceles o domiciliarmente, fugitivos o exiliados, algunos bajo acusaciones de orden penal?
Continuemos. Oficialmente no hay información concreta al respecto, pero extraoficialmente sí es sabido que existen unos acusados en las diferentes instancias de los tribunales de justicia, otros que han optado por la escurribanda y otros por el exilio.
Lo cierto es que hay políticos presos, perseguidos y en el ostracismo.
La política o politiquería que se estila tiene muy dividida y casi en plena crisis a la sociedad, lo cual es evidente y asaz lamentable…
El conflicto armado interno (una guerra sucia que duró cerca de cuatro décadas) agravó la situación de referencia, o sea el rompimiento de la fraternal relación del conglomerado social.
Hubo miles de muertos, heridos y desaparecidos, en su mayoría en la zona suroccidental , y esa espantosa masacre, considerada como “genocidio”, es atribuida, en su mayoría, al elemento castrense que defendía la institucionalidad democrática. Al bando contrario (la guerrilla), que disparó balas, no precisamente confeti, casi no se le imputan “muertecitos”, heridos y otros hechos que han sido denunciados.
Todo, virtualmente todo, ha cambiado en la vida nacional a causa de lo acontecido, aparte de otras gracias de las desgracias. Es un cambio absolutamente negativo que quién sabe hacia dónde se encamina esta pobre patria nuestra.
Habrá que ir pensando si en obsequio y en honor a este sacro suelo que nos vio nacer se produce un verdadero perdón de carácter nacional limitado a políticos confrontados especialmente, perdón que sería un factor de una reconciliación indispensable para normalizar la vida de nuestra escindida nación centroamericana.
Detengámonos unos momentos a meditar sobre las circunstancias que apenas estamos esbozando. Analicemos con sentido patriótico las cosas que vienen deteniendo el progreso para continuar hundiéndonos en los tremedales del subdesarrollo propio del tercermundismo.
Los repudiados politiqueros deben pensar y actuar anteponiendo los caros intereses de Guatemala en forma constante. Deben deponer beligerancia y cambiar sus actitudes poco o nada honestas, nada edificantes, nada patrióticas.
Y siempre en relación con los políticos, incluidos los grupos u organizaciones sociales propiamente dichos, es conveniente y urgente dejar de lado los estrechos y bastardos intereses personales y sectarios para entregarse de lleno a construir una Guatemala de avanzada que nos brinde bienestar y felicidad en todo lo posible.
Qué feliz sería el pueblo si la gente del desprestigiado partidismo, en vez de cometer garfadas de corrupción o, simplemente, no tener actuaciones constructivas mediante plausibles realizaciones, echasen pie atrás en el anfractuoso y pedregoso camino que vienen transitando con desprecio e irrespeto a ese pueblo y a la patria.
En cuanto a la reconciliación de la polarizada familia chapina, es de pensar y sugerir a lo alto del régimen de gobierno que preside el general Otto Pérez Molina, conceder un indulto a todos los hombres, civiles y militares que están privados de libertad por diversos motivos, sujetos a procedimientos penales que se tramitan en los tribunales de justicia, incluidos los que andan como jugando tuero con las respectivas autoridades y, también, los que rumian las amarguras del exilio.
Aclarando: Estos comentarios los hemos hilvanado con la mejor de las intenciones para nuestro país centroamericano sin que alguien nos los pidiera. Son producto de nuestro libre albedrío y de nuestra sensibilidad muy de humanos.
Deseamos y esperamos que estos conceptos que estructuramos y echamos al vuelo, tengan eco en las alturas de los hombres y mujeres que están tratando los grandes problemas que tienen en una tremenda encrucijada a esta fecunda tierra digna de un destino feliz.