Para algunos, la palabra minería puede significar oro y petróleo. Para otros, palabra compleja, o alejada de la realidad. El debate actual sobre la minería en el país está centrado en las regalías que pagan las empresas, y la polémica, si dicho pago compensa la destrucción que sufren los ecosistemas.
La riqueza mineral del país a veces es inimaginable. Al tradicional petróleo en Petén y Alta Verapaz y el oro en San Marcos, se suma una lista de metales y no metales que incluyen los que utiliza la industria en general, que fabrica infinidad de instrumentos, partes y componentes.
A Guatemala le explotan níquel, arenas distintas, mármoles, silicato, carbonato, roca volcánica, zinc, oro, plata, plomo, jade, piedras calizas, lajas, antimonio, barita, sílice, feldespato, cuarzo, tungsteno, talco, selecto, sales y otros.
La mayoría disfrutan a diario los productos de la minería al comprar cemento, combustibles, blocks o ladrillos, al usar joyas, en las monedas, los cables que llevan electricidad, las baterías, el sencillo televisor, en la medicina, cal o yeso que puede estar en una obra de arte.
Hacia 2004 el Ministerio de Energía y Minas (MEM) tenía registradas no menos de 418 licencias mineras en el país y un número superior a 260 áreas en solicitud para explorar y explotar minerales distintos.
Opositores
La regalía, beneficio o cuantía que los explotadores de la industria minera moderna pagan al Estado, ha enfrentado a los que se oponen y quienes están de acuerdo con la explotación de oro, por ejemplo.
Miguel íngel Sandoval, líder de URNG indica que «es un insulto el uno por ciento de regalías. Que si compensa o no, no debería permitirse la explotación del oro por la contaminación del agua y el ambiente». Ello porque el cianuro que utiliza la minería no es soluble, es veneno mortal, agrega.
Considera que los códigos de Minas e Hidrocarburos son entreguistas, contrario a los intereses nacionales. Si se ve a países más serios, se nota que garantizan la propiedad del subsuelo y se dan alianzas con las empresas que hacen la extracción, eso con regalías más relevantes arriba del 51%.
Magaly Rey Rosa, de la Escuela de Pensamiento Ecologista Savia, dice que «no sólo no compensa, nunca echamos en la balanza lo que implica la destrucción ambiental, sea minería metálica o no metálica».
Asegura que se está perdiendo el agua, y pregunta ¿quién paga esos costos? «El 1% que nos dejan es ridículo, por lo que nos cuesta el otro noventa y nueve por ciento. No dejan nada que garantice si se desarrolla un problema futuro», subraya.
Comenta que todavía está presente la oxidación de la minería romana de la antigí¼edad, que está generando el famoso «Drenaje ácido» que ocurre con la oxidación de los mismos minerales cuando se extraen de la tierra.
Rey Rosa dice que en otros países las fianzas de cumplimiento y seguros que se les obliga pagar a las empresas, hacen poner una fuerte suma de dinero que tenga relación con daños futuros. En Canadá por ejemplo, la negociación puede durar 10 años, aquí 20 días en poblaciones indígenas que por su nivel de educación no tienen acceso a una publicación del Diario de Centroamérica, en el que se tiene 10 días para presentar oposición.
«La ley de minería es perfecta para la compañías, es el tacuche perfecto para ellos. La actual ley redactada después de la firma de la Paz es producto del Gobierno de ílvaro Arzú y de Leonel López Rodas como presidente del Congreso de la República», reflexiona.
Alcaldías limitadas
En San Cristóbal Verapaz, Alta Verapaz se explota el yeso blanco materia prima y base para fabricar cemento y otros productos. Vecino a ese municipio, en Quiché, se encuentra otra mina llamada El Palacio de donde se extrae yeso negro, que también sirve para fabricar cemento, regularmente con destino a El Salvador.
Leopoldo Ical Jul, alcalde de San Cristóbal Verapaz, comenta que la explotación minera y el pago de las regalías por extracción del yeso, no compensa los daños a la naturaleza que quedan al final.
«Siempre el medio ambiente sufre, los árboles son los perjudicados dejan de crecer los bosques se limitan las lluvias, están utilizando explosivos y eso hace daño», refiere el jefe edil.
Al final el pago por explotación minera es poco y llega tarde a la comunidad dentro del situado Constitucional, refiere Ical Jul. Cree que aumentar el porcentaje de las regalías es necesario, pero no puede definir cuánto porque se debe crear un estudio a nivel nacional que incluya todas las explotaciones.
Sin embargo refiere que la Asociación Nacional de Municipalidades (ANAM) trabaja actualmente para proponer esos cambios, pero llevará tiempo.
Producto final, ejemplo
La principal aplicación de la barita es como lodo de perforación, como pigmento, para fabricar agua oxigenada, en la industria de caucho, pinturas, en la industria de frenos, o como recubrimiento en salas de Rayos X, según Quiminet.com.
El feldespato se utiliza en la fabricación de cerámica y vidrio. El asbesto en la construcción y como material aislante. Cerca del 50% de la utilización anual del zinc sirve para galvanizar el acero, que lo protege de la corrosión ilustran algunos diccionarios de minería.
El Grupo minero Hoover en Huehuetenango en 1940 extraía plomo. Allan Hoover hijo del ex presidente estadounidense, Herbert Hoover dirigía esos intereses en Guatemala, según descripción de Luis Solano, en «Guatemala Petróleo y Minería en las Entrañas del Poder», producían 26 mil 250 lingotes de plomo en 1954, tenían un valor de US $17 y US $20 por libra que entonces significaba un contrato de entre US $8 y US $10 millones. También indica que hubo explotación de plomo en minas de Caquipec, San Juan Chamelco, Alta Verapaz.
Durante la administración de Enrique Peralta Azurdia, 1963-1966 el entonces ministro de Economía, Valentín Solórzano recomendó que el Estado debía exigir a la Explotadora de Minerales de Izabal (Exmibal) regalías promedio de 30% y 40 % sobre las utilidades netas por explotación de níquel.
Durante el gobierno de Carlos Castillo Armas, Hanna Coal and Ore Corportation obtuvo la primera licencia de exploración de níquel, cobalto, hierro, asbesto y chromita en Izabal en 1957. Se le proporcionó 3 mil 600 hectáreas durante 40 años con un precio de Q0.10 por hectárea. La regalía creciente fue de 1.5% a 7% del producto bruto más 1% que se le pagaba a los propietarios de la tierra. Esa corporación gozó de franquicia aduanera pero pagaba otros impuestos y contribuciones.