Un imposible ideal de belleza


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Con la edad es natural que nuestro rostro y cuerpo cambien. No necesariamente que nos pongamos feos, aunque la verdad social es que se considera únicamente bello lo joven. De allí que nadie desea verse viejo. Por lo que existe todo un sistema comercial para prevenir y combatir la vejez.

Ana Cristina Morales


El trastorno dismórfico corporal  (TDC) consiste en la preocupación exagerada respecto a un defecto físico menor o hasta inexistente. La preocupación provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de actividad de la persona.

Este trastorno ha sido bastante estudiado y descrito en el transcurso de la adolescencia en donde los jóvenes tienen un crecimiento desuniforme de su rostro y cuerpo. También ha sido considerado un pródromo de la esquizofrenia. Considero que este desorden también puede ser relacionado a determinantes sociales en cuanto a estereotipos de belleza. Si pudiéramos aplicar una cifra cuantitativa de cuántas mujeres se sienten feas al correr de los años. Nos daríamos cuenta que el TDC es más frecuente de lo que se suele decir.

Es dolorosa la observación de personas, en especial mujeres, que se han dedicado a realizar tratamientos para invisibilizar el paso de los años en su cuerpo. Para lo que han concurrido a la utilización de botox, ácido hialurónico, silicona y en extremo a cirugías plásticas incluso recurrentes. Digo dolorosa porque las personas dejan de ser ellas mismas y muchas veces se convierten en una caricatura de quienes fueron.

Bocas derretidas, ojos inexpresivos, sonrisas guasónicas. Desde artistas famosos, la realeza y gente común y corriente que goza de circunstancias económicas para invertir en tales procedimientos. Quienes buscan tan solo continuar siendo “bellas” y lejos de ello consiguen el horror de los otros.

La vejez es otra etapa en la vida, las arrugas serán cosa inevitable. Creo que todos deseamos lucir bien y no me aparto de que en determinado momento se incurra a ayudarnos un poco, pero es mi pensar que solamente sea un poco (así que colegas cirujanos plásticos y dermatólogos no les estoy haciendo el feo).  Que no podemos pretender lucir como a los 15 años. Además cada etapa de la vida tiene su encanto y considero que en la edad madura y en la vejez hemos de buscar el mismo.

El concepto de belleza por antonomasia ha sido relacionado a la juventud. Ante todo en las mujeres, ya que del hombre nunca ha importado mucho si lo sostiene. De allí el dicho: “el hombre mientras más feo más hermoso”. Desde la medicina griega clásica se establecía una íntima conexión entre belleza y bondad. Pero considero que existen dos tipos de belleza, una exterior y una interna. Y con el tiempo la segunda debería tomar su apogeo.

Las mujeres podríamos reflexionar en nuestra actitud autodestructiva, al lesionarnos en la búsqueda de una aparente belleza. Y trabajar arduamente en el fortalecimiento de nuestra autoestima y en la aceptación del correr del tiempo en nuestra corporalidad. Asimismo, no dejarnos influenciar por modas dañinas y lesivas para nosotras mismas. Pretender en la vida llegar a ser unas lindas viejitas cuando así nos corresponda.

En los años 70 a los 80 hubo un movimiento racial afroamericano en el cual las personas pertenecientes a esta etnia dijeron al mundo: tener labios voluminosos, piel oscura y pelo rizado es bello. En esta época se puso de moda el pelo al estilo afro. Esto con la finalidad de vencer patrones de belleza que les eran excluyentes. Las mujeres, creo, podríamos modificar también este estereotipo de la vejez y no buscar un imposible ideal de belleza que únicamente nos mutila y autolesiona.