El miércoles de la semana pasada tuvimos la ingrata noticia, vía Internet, del sensible deceso de nuestro estimado colega y amigo German Duarte Castañeda, con quien anudamos lazos de sincera amistad y compañerismo con ocasión de nuestro constante bregar, durante toda una vida, en el campo del periodismo.
En la década de los 90’s trabajamos juntos con German en el diario Prensa Libre: Él como jefe de información y nosotros como titulares de la jefatura de redacción. Allí se fortaleció nuestra relación amistosa.
En un espacio del tiempo, con posterioridad a nuestra renuncia al cargo que desempeñamos en el citado matutino, dejamos de vernos con el ahora fallecido colega y amigo, pero en los últimos años nos veíamos cada mes y nos sentábamos por lo regular juntos en las sillas de la sala de sesiones de asamblea general del Instituto de Previsión Social del Periodista.
Empero, durante varias de las sesiones de asamblea general de este año, nos causó extrañeza la ausencia de Duarte Castañeda. Nos vimos privados de escuchar sus experiencias acumuladas por espacio de más de medio siglo, así como de cambiar impresiones propias del oficio, de los afectos y del diario acontecer.
En el IPSP, un compañero y también amigo afiliado, nos refirió que German se encontraba en su casa de habitación sufriendo serias dolencias, por lo que inmediatamente después lo estuvimos llamando telefónicamente, pero nos dijeron que en ese momento tenía la visita de su médico. Volvimos a llamar días después y nadie contestó. Así pasaron los días hasta que, tecleando en la computadora, nos enteramos del lamentable fallecimiento de German al leer en Internet lo informado por nuestro “primazo” Julio Trejo Pineda.
En las filas de la prensa nacional hay luto por la desaparición física de German, quien fue un elemento bien formado, bien calificado y fogueado hombre de prensa. Es ejemplar su cartel profesional y, a la vez, como escritor. Escribió algunos libros que habrán de perpetuar su nombre en el ámbito social del país.
Viene al caso decir que nuestro apreciado compañero y amigo que se ha ido de la luz al misterioso mundo de las sombras, solía derrochar buen humor entre sus numerosos colegas y demás personas con las que se relacionaba.
En el decurso del tiempo son muchos los hombres de la prensa nacional que han pasado a las entrañas de la madre Tierra: Unos a causa de las enfermedades y otros, por cierto numerosos, por la violencia que se ha suscitado progresivamente hasta hoy. No cabe duda que, en realidad, la vida no es más que un ¡ayyy! prolongado, apenas interrumpido por una carcajada (sufrimiento y alegría…).
Recordamos con cariño y con respeto a los notables periodistas Pedro Julio García, Jorge Carpio Nicolle, Clemente Marroquín Rojas, Rigoberto Bran Azmitia, Irma Flaquer, Isidoro Zarco Alfasa (Chilolo), David Vela, Gustavo Martínez Nolasco, y a tantos otros que necesitaríamos extendernos más para mencionarlos con todas sus letras.
Debemos decir que hay intenso dolor en el seno de millares de familias a consecuencia de la danza macabra a que hemos asistido en lo político y en lo social en general, durante tantos años a partir de las oprobiosas dictaduras que han ocasionado degradación al sistema democrático.
A estas fechas, verdaderamente ya nada grave nos saca de quicio ni espeluzna. Las peores atrocidades las estamos viendo con naturalidad, sin inmutarnos…
Y bien, ya para concluir, aprovechamos la oportunidad para expresar a los deudos del periodista German Duarte Castañeda, en particular a sus hijos y demás familia, nuestro sentimiento de pena y condolencia, y les deseamos cristiana resignación ante lo ineluctable. Debemos comprender que las leyes de la Naturaleza son inexorables.
¡Descanse en paz, inolvidable amigo German Duarte Castañeda!!!