Un hombre solo


Los arrebatos de justicia y los juegos de azar polí­ticos, las tragedias y las farsas, los héroes y los payasos sólo son productos que el hombre manipula.

De Gao Xingjian-Premio Nobel 2000

Todo es pura charlatanerí­a: las palabras severas y justas, las polémicas, los gritos y las injurias forman parte del lenguaje estereotipado del partido; desde el momento en que las personas pierden su propia voz, se convierten en muñecos de trapo que no pueden escapar de la gran mano que los manipula.

Hoy en dí­a, cuando escuchas discursos llenos de fervor, te rí­es para tus adentros. Los eslóganes de los revolucionarios o rebeldes te ponen la piel de gallina. Cuando llegan los héroes o los combatientes, pones tierra de por medio; este tipo de excitación y de indignación son para dárselas a los perros.

Deberí­as haber abandonado desde hací­a tiempo aquella jaula de fieras, no es un lugar en el que puedas divertirte. Tu mundo se encuentra entre tu pincel y el papel; tú no eres un instrumento en manos de otro, tan sólo hablas para ti mismo.

Intentas recuperar tus recuerdos. Si por aquel entonces- él- se volví­a loco, probablemente era porque sus sueños se habí­an hecho añicos. El universo que habí­a imaginado en los libros se convirtió en un mundo prohibido?

Teniendo en cuenta que la utopí­a de la nueva sociedad es, al igual que el hombre nuevo, un mito moderno, hoy, cada vez que escuchas a alguien que lamenta que se hayan destruido los ideales, piensan que es mejor que haya sido así­. Crees que los que continúan proclamando sus ideales son nuevos vendedores de polvo mágicos.

Y cuando te encuentras con alguno que quiere convencerte soltándote un discurso insoportable, con el que intenta darte lecciones, le dices que vale, de acuerdo, y te largas lo más rápidamente posible.

Ya no discutes, prefieres ir a tomar una cerveza. La vida no necesita justificación. ¿Un hombre vivo sólo puede realmente comportarse como un ser humano después de haber probado su razón de ser? No, tú te contentas con exponer los hechos para volver, gracias al lenguaje, al ?él- de aquella época; regresas a los lugares y al tiempo que corresponden a ese -él- desde los lugares y el tiempo actuales. Ahora quieres mostrar el ?él- de aquella época. Puede que ese sea el sentido de tu observación

Al principio no habí­a enemigos, ¿por qué habí­a que crearlos? Acabas de darte cuenta de que si todaví­a tienes un enemigo, sólo es la sombra que ha dejado en tu corazón el viejo Mao, hoy ya muerto y bien muerto. Lo único que quieres es salir adelante, es inútil pelear contra la sombra de un hombre muerto y malgastar el poco tiempo de vida que te queda.

En la actualidad no tienes doctrina. Y un hombre sin doctrina se parece más a un hombre. Un insecto o una hierba tampoco tienen, tú eres un ser vivo al que ya no manipula ninguna doctrina, prefieres ser un observador que vive al margen de la sociedad, que, aunque no pueda evitar tener un punto de vista, una opinión y alguna inclinación, no tiene doctrina; esa es la principal diferencia entre el ?tú- presente y el ?él- que observas?

Detestas las artimañas polí­ticas, pero al mismo tiempo estás fabricando otra especie de mentira, la literatura, ya que en realidad la literatura es realmente una falacia que disfraza la motivación secreta del autor: la búsqueda de la fama o del beneficio.

Hasta que se satisfacen esa utilidad y esa vanidad, no se puede dejar de escribir; se siguen naturalmente unos impulsos instintivos todaví­a más profundos. Como un animal. Pero la diferencia con los demás animales es que este impulso es irresistible y continuo, no viene provocado por el calor o el frí­o, la saciedad, el hambre o el cambio de estación, es incontenible, como una excreción- cuando debemos excretar, lo hacemos. Sin embargo, en lugar de tratar con excrementos, tratamos con sentimientos y estética.

La tristeza, por ejemplo, hay que integrarla al mismo tiempo que el placer en el lenguaje. Al denunciar a la patria, al partido, a los dirigentes, al hombre nuevo, al ideal?

La mentira reina en todo el mundo y tú también fabricas mentiras literarias. En cambio los animales no mienten, sobreviven en el mundo sin esa capacidad. Pero el hombre necesita mentir para embellecer su entorno; esa es la principal diferencia con los animales. Es más astuto que el animal y recurre a la mentira para esconder su propia fealdad y encontrar una razón para vivir de ella.

Cuando reemplazamos el sufrimiento por la denuncia del mismo, se hace más soportable. Antaño las elegí­as que cantaban los aldeanos durante los funerales tení­an ese papel tranquilizador; ¿cantar misa en grupo en las iglesias no cumple la misma función?

Pasolini adaptó al cine una obra de sade en la que se mostraba el horror del poder polí­tico y de la naturaleza humana. Por medio de la pantalla, aunque todos supieran que no se trataba de ningún documento real sino de una pelí­cula, consiguió que el público sintiera que la violencia y el horror, vistos desde fuera, tiene su lado fascinante. Probablemente en eso resida el misterio del arte y la literatura?

Al contrario de lo que ocurre con la estafa polí­tica, que la ví­ctima tiene que aceptarla, lo quiera o no, la ilusión literaria se acepta por consentimiento mutuo entre el autor y el lector, pues las obras se pueden leer o no, no hay ninguna obligación. Sin embargo, no crees que la literatura sea tan pura como dicen, sólo la has elegido como vehí­culo para desahogarte.

Además, tú no creas ninguna polémica, no te colocas en posición de adversario en el debate para avanzar argumentos o retractarte, no estás limitado por la obligación de la teorí­a para censurarte o adaptarte y no tienes que limitar tus palabras para seguir las reglas de otro; sólo escribes para ti, para vivir feliz.

No eres un dragón, no eres un insecto, no eres ni uno ni otro. Ese no ser eres tú; no es una negación, es un hecho, una huella, un desgaste, un resultado, antes de un agotamiento total, es decir de la muerte. No eres más que un mensajero de la vida, una expresión o una palabra dicha hacia el no ser.

Texto: El libro El hombre solo