Un hombre entusiasta


La vida está llena de ironí­as y también de cosas injustas. Y en ese vaivén de la vida, siempre nos encontramos con situaciones bastante curiosas. Augusto Ramí­rez Cruz, es más conocido por su pintoresco apodo (nos pidió que no lo dijéramos) que por su nombre de pila. Ha sido un activista social de mucha lucha, pero también ha sido un activista polí­tico de gran temple. Septuagenario polifacético, que en cuanto uno lo ve vestido al estilo vaquero, (sombrero de ala ancha y botas), lo ve con traje y corbata, bastante pulcro por cierto.

José Luis López Garcí­a, A-1 301386

Pues bien, Augusto es uno de los propulsores y fundadores de la Asociación Nacional del Adulto Mayor sin cobertura social. Inicialmente nos cuenta nuestro entrevistado, que junto a don Héctor Montenegro (ahora funcionario en el Ministerio de Trabajo), un profesor de apellido Miliám y otras personas, fueron los quijotes que tuvieron que luchar en contra de los molinos de la incomprensión y la indiferencia de ciertas autoridades y gente que se oponí­a a este proyecto, pero que finalmente vencieron un sinfí­n de obstáculos para que los «viejitos» fueran tomados en cuenta.

-¿Y cómo fue qué nació el proyecto del Adulto Mayor? – fue la pregunta que le lanzamos a don Augusto, y este hombre de mirada aguileña nos contó que la idea nació precisamente en el «Burger King» de la Sexta Avenida y décima calle de la zona 1, al ambiente de unos sorbos de café. «Durante tres años fungí­ como vicepresidente de la Asociación del Adulto Mayor, siendo presidente don Héctor Montenegro, pero después por «asuntos personales» me desligué de este grupo y hube de seguir en otras luchas… -nos dijo don Augusto, Y como el hombre no dejaba de darnos detalles importantes sobre la historia de la idea del Adulto Mayor, fue explí­cito en mencionar que la escritura pública fue autorizada por un doctor en leyes de apellido «Gracias», y que también el conocido polí­tico Leonel Sisniega Otero, apoyó con entusiasmo, esta tenaz lucha. Cuenta don Augusto que en un principio tocaron muchas puertas, incluso las de las embajadas y la Comunidad Europea, con el objeto de buscar apoyo financiero pero nunca se consiguió nada. Los únicos que apoyaron en algo -nos dijo el entrevistado, fue la ayuda recibida de la «Mariposa» y «Pollo Campero» que nos autorizó un menú para cien personas, Y que lo demás fue una lucha abierta hasta que finalmente se «politizó» este proyecto en favor dé los ancianos sin cobertura social.

Luego en son de broma, don Augusto Ramí­rez Cruz, comentó que mientras don Héctor Montenegro por fin consiguió un «hueso carnudo», él con sus 72 años de edad, no está ni por asomo en la lista de los viejitos favorecidos con los Q400 cada mes. Menos estar gozando aunque sea con un huesito de zopilote.