Un gran error llamado Petrocaribe


Los cantos de sirena en el Congreso de la República ya se han dejado escuchar, lo refleja el interés de varias bancadas que sin revisar los detalles de un contrato muy suspicaz, cual sí­ndrome del efecto del flautista de Hammelin, parecen ir sucumbiendo de manera gradual a la danza de millones que en los próximos presupuestos se asignarán. «La flauta milagrosa» donde emanan esas dulces melodí­as, no es otra cosa que el Proyecto de Petrocaribe que promueve el mandatario venezolano, Hugo Chávez Frí­as.

Guillermo Wilhelm

Por las circunstancias que prevalecen en nuestra sociedad, de aprobarse en el Congreso tal adhesión, será uno de los errores más grandes que la historia de nuestro paí­s tendrá que registrar. Lo paradójico en la intención de adherirnos a Petrocaribe, es que el interés inicial por este proyecto nace por la sofocante situación económica a que nos ha estado sometiendo el alza imparable de los precios de los combustibles, y este programa en materia de costos no ofrece nada diferente. Es decir, el precio de los hidrocarburos que obtendremos de Venezuela será el mismo que rige en el mercado mundial, indicativo de que no habrá alivio alguno para el bolsillo de las familias guatemaltecas al estacionarse frente a las bombas de abasto de combustibles. Esto que quede bien claro.

Algo que me ha llamado enormemente la atención, es que dentro de nuestra sociedad y principalmente en el gremio periodí­stico, nadie ha pedido de manera categórica que se exponga públicamente un contrato que no se ha querido mostrar, y por eso mismo nadie conoce a cabalidad. Aquí­ es donde resulta oportuno mencionar el gol que iban a meter en Honduras, cuando un legislador de ese Congreso reparó en una cláusula que mencionaba que este acuerdo solamente Venezuela lo podí­a revocar. Esta trampita intentada en Honduras nos sugiere que este es un convenio que todos los guatemaltecos tenemos el derecho y la harta obligación de revisar. Los diputados no deben votar por un convenio que no conocemos, pues hay factores importantes como el hecho de garantizarnos el suministro, ya que desde el momento en que empiecen a ingresar los primeros tanques venezolanos significará también nuestro divorcio de las grandes transnacionales como la Exxon o la Shell. ¿Que podrí­a sucederle a nuestra economí­a y sociedad, si en un momento determinado ya separado de las grandes surtidoras tradicionales nos encontramos con un desabastecimiento generalizado a nivel nacional? Es que acaso podemos aceptar un contrato que no establece responsabilidades a la contraparte. La coyuntura polí­tica estadounidense podrí­a representarle al gobierno el mejor momento para esta adhesión, un presidente Bush saliente y debilitado y la fase electoral más álgida en ese paí­s. Aunque si habrán o no consecuencias por esta decisión, sólo lo sabremos después de la reforma migratoria y será por la situación en que queden nuestros connacionales. Sin embargo, el aspecto más preocupante y que me dice no a Petrocaribe, es el manejo de esas enormes sumas millonarias que este programa dejarí­a en manos de nuestros funcionarios y que en la sociedad guatemalteca no estamos organizados ni preparados para evitar ese saqueo y despilfarro que la historia nos reprocha y que no nos cansamos de repetir. Por eso es que se deben de cumplir las promesas de campaña y haber instituido el Consejo Nacional Contra la Corrupción.