La muerte de Carlos Enrique Wer hizo recordar aquellos momentos aciagos de 1954 que provocaron la artificial división del país entre comunistas y anticomunistas. Su papel destacado en la gesta del 2 de agosto, cuando los jóvenes cadetes trataron de rescatar el honor de un ejército que se terminó rindiendo sin pelear ante la Liberación, obliga a recordar esa etapa de la vida nacional que dejó una huella tan dura y cuyos efectos no hemos logrado superar aún en estos días.
El sábado, sin embargo, se produjo un gesto de enorme importancia cuando el Embajador de los Estados Unidos en Guatemala, Stephen McFarland, llegó a la funeraria donde se velaban los restos de Carlos Enrique Wer para dar el pésame a sus familiares. Y según la crónica de Nuestro Diario, el diplomático afirmó que llegaba no sólo en plan personal por el aprecio que le tenía a Wer, sino también como Embajador representando a su país y eso significa muchísimo. No cabe duda que McFarland es un diplomático diferente que está tendiendo puentes de entendimiento no sólo con el Gobierno, como hacen todos los embajadores, sino también con el pueblo en general y de manera muy particular con sectores sociales que pueden haber tenido alguna distancia con los Estados Unidos. Así le vimos mezclado con los estudiantes durante la Huelga de Dolores el año pasado y ahora le vemos presentando su pésame por uno de los guatemaltecos que durante su vida denunció la influencia que tuvo la United Fruit Company en crear la llamada Operación í‰xito que culminó con el derrocamiento del gobierno de Arbenz. Durante muchos años esos temas fueron prohibidos en Guatemala y los cadetes del 2 de Agosto lejos de ser vistos como patriotas que libraron una batalla en defensa de la dignidad de su Ejército y de la soberanía del país, fueron castigados y tratados como parias porque la historia oficial los calificaba como comunistas que daban algo así como las últimas patadas de ahogado del régimen derrocado. Creo que pocos gestos tan importantes para restañar heridas entre los guatemaltecos y para rectificar la interpretación de la historia como esta decisión el Embajador McFarland de ir a la funeraria donde velaban los restos de Wer García. Influye, sin duda, la administración de Obama que tiene una visión más fresca de las relaciones internacionales, pero no se puede dejar de señalar la actitud personal del Embajador que ha dado abundantes muestras de tener una actitud de comprensión a la realidad de Guatemala que contrasta con la que se mantuvo a lo largo de muchísimos años.