Un foro latinoamericano y del Caribe


La denominada Cumbre de la unidad de América Latina y el Caribe se realizó con la participación de 32 paí­ses en Playa del Carmen, de la Riviera Maya, México, con el objeto de tratar asuntos e integración de la región.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Cada dí­a más los paí­ses latinoamericanos y del Caribe sienten la urgente necesidad de encontrar un espacio, una institución que les permita discutir y analizar para encontrar consensos y así­ tomar apropiadamente su lugar dentro del concierto de las naciones del mundo.

 

Esta necesidad está presente independientemente de que algunos paí­ses estén gobernados por tendencias de derecha y otros por tendencias de izquierda. La verdad es que la democracia es y debe ser respetada y la injerencia de Estados Unidos de Norteamérica debe repudiarse.

 

No es posible que el narcotráfico -producto de la gran demanda de Estados Unidos- obligue a que buena parte del presupuesto de nuestros paí­ses se destine a combatir el problema que ellos crean con su demanda y con su capacidad de compra. Tampoco es admisible que se califique a nuestros paí­ses si están haciendo bien o no los mandados, la ejecución de las órdenes o disposiciones que de ellos provienen y que sus embajadores intervengan sin recato y sin respeto en nuestros asuntos internos.

 

En los últimos 50 años no ha habido gobierno que no sufra la interferencia de los embajadores norteamericanos, incluso se permiten opinar sobre qué leyes deben ser o no aprobadas por los organismos legislativos, en cada paí­s, qué disposiciones debe adoptarse en los aspectos migratorios entre latinoamericanos con el argumento que paí­ses como Guatemala se utilizan como puente de inmigración por ecuatorianos, peruanos y colombianos. También, dependiendo de los intereses norteamericanos, presionan para que nuestros paí­ses efectúen ponencias en Naciones Unidas, en la OIT, en la OEA y en todos los organismos internacionales, utilizándonos como subordinados.

 

Cuando se trata de cualquier pugna o conflicto de intereses entre un paí­s europeo, especialmente de Inglaterra, no miran qué es lo que procede legal y moralmente, de antemano se alinean en su total apoyo, evidenciando que para ellos cualquier paí­s de América Latina o del Caribe se encuentra en tercero, cuarto o quinto lugar. Un ejemplo más que evidente ha sido la actitud que siempre ha tenido con respecto al legí­timo reclamo que se le reconozca y devuelva la soberaní­a a la Argentina sobre las Islas Malvinas, donde improcedentemente Inglaterra extendió sus tentáculos sin justificación legal alguna.

 

No es un secreto que durante el último conflicto los ingleses contaron con la ayuda técnica, diplomática y en cierta forma militar de los norteamericanos para vencer a los argentinos, razón por la cual, como es lo lógico, los argentinos recuerdan que sus muertos en ese conflicto son el producto de balas inglesas pero de pólvora norteamericana.

 

Este mismo caso es lo que sucede con Belice, donde Guatemala tiene todo el derecho de requerir se le devuelva buena parte de ese territorio que ilegí­timamente Gran Bretaña se apropió, sin que se le hubiera dado por España, concesión alguna como se hizo parcialmente en el resto del territorio, pero no para colonizar y mucho menos apropiarse de un territorio en donde, inclusive el dí­a de hoy, la mayorí­a de los pobladores son personas traí­das de la India, Medio Oriente, ífrica y de las islas de donde sus antepasados llegaron como esclavos.

 

La creación de un foro latinoamericano y del Caribe no implica que se rechace o se le remplace a la OEA sino serí­a una instancia previa donde no participaran Estados Unidos y Canadá.