Un festival de respiro


El festival folclórico presenta a las bailarinas de San Jerónimo Tecoatl, durante la celebración Guelaguetza, que se festeja una vez al año con artesanias y diferentes grupos étnicos.

FOTO LA HORA:  AFP   Omar Torres» title=»El festival folclórico presenta a las bailarinas de San Jerónimo Tecoatl, durante la celebración Guelaguetza, que se festeja una vez al año con artesanias y diferentes grupos étnicos.

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<p>Guelaguetza es una palabra zapoteca que significa ofrenda y no pudo haber mejor regalo para el golpeado turismo del estado mexicano de Oaxaca (sur) que la llegada de este festival folclórico que culminó el lunes y que ha atraí­do a más de 55.000 visitantes.</p>
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La semana de la Guelaguetza, un espectáculo de orí­genes prehispánicos, habí­a coincidido otros años con fuertes protestas del sindicato de maestros y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO, izquierda), que derivaron en un estallido de violencia en 2006.

En esta ocasión, sin embargo, no ha podido llegar en mejor momento.

La pandemia de gripe porcina, que mató a 138 personas en el paí­s y que por poco hiere de muerte al turismo mexicano, está oficialmente controlada por el momento.

Las autoridades consideran que la enfermedad está dando un respiro a la espera de que en octubre se produzca el anunciado rebrote que podrí­a ser más agudo en Oaxaca, uno de los estados más pobres y de mayor población indí­gena, por su vecindad con Chiapas, actual epicentro de la enfermedad.

Por otra parte, este año también se ha desarrollado con menor intensidad el conflicto magisterial enquistado desde hace décadas en Oaxaca y que en 2006 explotó en meses de violento enfrentamiento con el gobernador Ulises Ruiz, que dejaron 13 muertos y una cierta percepción en el exterior de inseguridad.

Con un escenario más sosegado y los 2,25 millones de dólares en publicidad que invirtió el gobierno estatal, este año se logró atraer a la ciudad de Oaxaca a más de 55.000 visitantes, al menos 44.000 nacionales y 11.000 extranjeros, para la Guelaguetza (17 al 28 de julio), explicó í“scar López, subsecretario de Promoción Turí­stica estatal.

Según López, este volumen de turismo dejarí­a un derrame económico en la capital de 11 millones de dólares pero estas cifras todaví­a son estimaciones que podrí­an confirmarse al alza, puesto que la ocupación hotelera en los primeros dí­as fue del 80% cuando se esperaba un 66%.

El impacto de la Guelaguetza «rebasa por mucho la del 2008 y todas las expectativas que tení­amos para este año. Ha sido la mejor desde el 2005», dijo el funcionario, que describe a Oaxaca como el estado con mayor turismo cultural del paí­s y el sexto en llegada total de visitantes.

Los empresarios locales consultados también expresan una moderada satisfacción.

«Lo que ha sucedido en 2009 no es para recuperar lo perdido. Lo perdido, perdido está. Pero queremos que este año nos dé la pauta para que Oaxaca vuelva a ser lo que fue», dijo a la AFP Saúl Cano, propietario del restaurante Amarantos de la plaza central del Zócalo.

La gripe porcina y los efectos de la crisis económica causaron pérdidas por tres millones de dólares sólo en el mes de mayo para el turismo, sector que representa la segunda fuente de ingresos de Oaxaca tras las remesas de emigrantes y del que dependen 200.000 empleos directos, según López.

El funcionario tiene esperanzas de que 2009 concluya con un resultado similar al de 2008, que fue de un millón de turistas en la capital y 4,5 millones en todo el estado (3,8 millones de habitantes).

Oaxaca cuenta con un flujo constante de visitantes hacia sus reputadas playas y el atractivo colonial de su capital, pero el pico de visitantes siempre ocurre durante la Guelaguetza.

El festival, que tiene lugar los dos primeros lunes tras el 16 de julio y cuenta con otros actos a su alrededor, concluyó este lunes con una nueva exhibición de música, danza, cantos y vestidos tí­picos provenientes de las siete regiones históricas de este estado que alberga 16 grupos étnicos distintos.

El espectáculo tiene orí­genes prehispánicos pero empezó a celebrarse con este formato unificado en los años treinta del pasado siglo hasta consagrarse como la «fiesta folclórica más grande de América», en palabras de las autoridades de turismo estatales.