Un feliz retorno


La recreación es un derecho inalienable de las personas. En uso del asueto más largo del año, multitudes con la idea entre ceja y ceja dirigen su humanidad y acompañantes para hacer realidad los dí­as de Semana Santa y anexos. Evidente es la visualización convertida en alegre éxodo con acento vocinglero, marchando al interior a fin de desestresarse de un todo.

Juan de Dios Rojas

En el sistema vial, pese a tropiezos, por descuido de las autoridades petrificadas, se arman atrancazones. Por los diversos rumbos es notorio el ánimo optimista del colectivo viajero. Al margen del cúmulo de dificultades existentes, deciden realizar a costa de dinero presupuestado, el tour tan soñado y también esperado ansiosamente forma presencia desde largo tiempo atrás.

Tal actividad lí­cita sustenta usos y costumbres que antes ni en sueños ocupaban posicionamiento cuantificado hoy en dí­a, sin falta. Pero el cambiante modo asumido como elemento multiplicador en la actualidad, apuesta a ganar terreno y popularidad. Imitación foránea, variante cultural, o bien producto efectivo de demostración del libre albedrí­o, contradictorio.

En resumen las conmemoraciones de la Semana Mayor generan un movimiento inusitado de personas. Tras la búsqueda y realización de visible devoción de orden religioso, de bien merecida fama más allá de lí­mites fronterizos. A la vez hacen permisible la afluencia de turismo extranjero, atraí­dos por el imán de dichas conmemoraciones anuales, de gran relevancia.

Además constituye la ocasión propicia para que el dinero circulante aflore de una u otra forma para alimentar un movimiento económico desbordante. Grandes y pequeños comercios ven una innegable mejorí­a, relacionada con el status ventajoso. El transporte público obtiene bastante beneficio, aunque las unidades atiborradas sean incómodas, empero son tomadas por asalto.

Notorio ajetreo aquí­ y allá, en el logro de satisfactores de intereses y tradiciones religiosas y atinente al infaltable» mundanal ruido». Este último con sabor a mar, cielo y arena. Endosado a baño de agua salada, delicias de grandes y chicos. Una recreación merecedora de sumo cuidado, máxime si el consumo de licor es de cantidades de verdad industriales.

El lamentable caso, sin embargo recurrente, tiene relación con tanto accidente en balnearios, sistema vial y otros sitios adonde la tragedia se ensaña. De balde prevenciones devenidas de campañas de rigor. Queda manifiesto que el género humano olvida de un todo cuando su otro yo, actúa al margen del respeto a los demás y complementarios valores.

Razón poderosa para que el acápite de estos renglones puntualice de verdad un retorno feliz. Circunstancia derivada por supuesto del comportamiento que asuman todos los viajeros. Si la moderación va a la vanguardia, hará factible un deseable y correcto descanso. Sólo así­ tendrá la garantí­a de protagonizar ese tipo esperado de retorno, sanos y salvos.

Dadas las condiciones imperantes donde quiera, a nadie escapa que existen enormes casos satanizados, entre ellos la temible violencia, junto a la abominable delincuencia, apoderadas del entorno general. De consiguiente, los «veraneantes» deben considerar este posicionamiento, encargado de provocar luto, lágrimas abundantes y dolor inconsolable a manos llenas.

Amerita apelar a todos en el sentido que, sin el significado de perniciosa cantaleta persistente en diversas esferas gubernamentales, sean responsabilidad de todos tener un retorno feliz. Quizás con algunas vivencias en lista negra, acumulada, pero no lo importante siempre será coadyuvar a tan importante objetivo de protección general, donde quiera que sea.

Al reiterar que la recreación como un derecho social satisface también las necesidades humanas, deseamos sea una hermosa realidad. Formulamos los mejores y bien intencionados deseos de nuestra parte a fin que todos los connacionales y visitantes foráneos, alineados al éxodo ya aludido al principio, tengan un retorno feliz y santos en paz.