“Es la verdad un espejo que se ha roto y esparcido en mil partículas; y cada quien cree que, poseer un fragmento, es poseer la verdad” El Casida Haji Abdu El-Yezdi de Sir Richard Francis Burton (1821-1890)
Con leves modificaciones, presento este antiguo verso sufí, atribuido a Sir Richard Francis Burton, quien hablaba 29 idiomas y fue un excepcional promotor de la integración cultural entre las civilizaciones del siglo XIX. Impresionan estos versos por su profunda sabiduría. Seguramente forman parte de la tradición oral que Burton logró captar en sus viajes de estudios y exploraciones de la milenaria cultura persa.
“La verdad” es un espejo que se ha roto y esparcido en mil partículas… y cada quien cree que por poseer un fragmento del espejo, se convierte en dueño de la verdad.
Esencialmente esta es la interpretación que, como semiólogo, le puedo dar a lo que estamos viviendo en Guatemala, tras los acontecimientos que han sacudido nuestro país.
Muchos creen que, al ostentar un fragmento de ese espejo roto que es la realidad nacional, son poseedores de “la verdad”. Y sucede que “una sola verdad” no existe: la realidad es una construcción y muchas veces una ficción (histórica, social, política) y es simbólicamente como un espejo roto en mil pedazos. Cada quien posee una pequeña pieza, que forma parte de un rompecabezas mayor.
Los medios informativos han esparcido “esos pedacitos de verdad” por todos lados y cada grupo socioeconómico se ve reflejado en uno de los fragmentos, pero solo con aquel con cual se identifica en plenitud. Los pedazos que no son de su agrado -o no los quiere ver- o los percibe como parcializados, sin darse cuenta que su propio fragmento (“su verdad”) refleja el mismo fenómeno.
Los guatemaltecos estamos hoy disgregados, desparramados, dispersados. Sinónimos que el DRAE le otorga al vocablo esparcido. Y lo he utilizado –muy a propósito- porque proviene del inglés antiguo “strown” que Burton le da al espejo roto, en el texto original del poema.
Espejo roto, esparcido en mil pedazos. Esa es nuestra realidad hoy, tras el juicio de Ríos Montt y la anulación de la sentencia por la Corte de Constitucionalidad. Espejo roto, esparcido en mil pedazos, tras la precipitada extradición de Alfonso Portillo hacia las cortes de Nueva York.
Hay una confusa sensación entre los guatemaltecos. Estamos viviendo momentos de desconcierto. Los comentaristas abordan estos temas candentes, pero se quedan en la forma, en lo superficial y no alcanzan a escudriñar el fondo de estos acontecimientos, simbolizando el fragmento del espejo que ha saltado en mil pedazos.
Rompecabezas que no logra colocar la última pieza, aún. Serie de performáticos sucesos titireteados, por poderes casi invisibles. Solo se visibilizan en algunos dinosaurios, que aún permanecen aquí. Sí, aquí, en la Guatemala de “Tito”.