Un enfoque global


Durante su estadí­a en Panamá, el subsecretario de Estado para asuntos hemisféricos de los Estados Unidos, Arturo Valenzuela, se reunió con jóvenes que han sido becados para estudiar en su paí­s y analizó el tema del crimen organizado y del narcotráfico, afirmando que esos problemas han desbordado a muchos paí­ses (incluido el nuestro), afirmando que tales flagelos no se pueden enfrentar únicamente con mano dura, sino que hace falta una visión más global porque de lo contrario se pasa por alto lo social.


«El compromiso es construir sociedades más igualitarias. No se pueden tener sociedades altamente desiguales», dijo el funcionario según un cable de la agencia AFP que cita sus palabras. Y es que resulta obvio que las inequidades sociales se traducen en problemas de gobernabilidad y eso justamente es lo que aprovecha el crimen organizado y el narcotráfico para ejercer el tipo de dominio que llegan a tener sobre los paí­ses con estados frágiles. Muchos piensan que el problema de la violencia desbordada en nuestros paí­ses no tiene que ver tanto con los problemas sociales y la pobreza, sino con temas como corrupción e impunidad. Sin embargo, aquellos paí­ses que durante años han ido construyendo sistemas orientados a beneficiar a pequeños sectores de sus pueblos descuidan las funciones esenciales del Estado y eso, junto a los problemas de pobreza, se convierte en una mezcla explosiva. En el caso del narcotráfico, por ejemplo, no se puede enfrentar a los cárteles únicamente con mano dura porque ellos tejen redes de apoyo comunitario debido a que invierten en la gente y muchas comunidades encuentran en el tráfico ilegal de las drogas el ingreso que no pueden tener por otros medios. Sembradores que reciben miseria por sus cosechas legales, encuentran que abasteciendo a los narcotraficantes su ingreso aumenta exponencialmente y esa es una realidad que no se puede ocultar. Ya cuando vino Juan Pablo II a Guatemala nos recordó que el nombre de la paz es justicia y no se referí­a únicamente a la que administran los tribunales, sino de manera muy especial y concreta a la que ofrece oportunidades para que todos los habitantes de un paí­s puedan aspirar a su plena realización como seres humanos. Guatemala es uno de los paí­ses que tiene ese modelo de inequidad criticado por el señor Valenzuela y también la presencia del flagelo del crimen organizado y el narcotráfico. Y combatirlos requiere de un Estado que cumpla todos sus fines y que sea fuerte y vigoroso, idea que a muchos impregnados por la propaganda antiestado les parece detestable, pero que es en el fondo la única solución viable para salir del atolladero.