Un embajador indiscreto y entrometido y un Presidente dócil, pero ambicioso


El dí­a 14 del presente mes publicó el Diario La Hora -Tribuna No Mostrador- un artí­culo mí­o titulado CALAMITOSOS E IRRESOLUTOS PROBLEMAS NACIONALES: POBREZA Y DESNUTRICIí“N, con motivo de la alarmante escasez de alimentos, habiendo las autoridades gubernamentales atribuido esa calamidad a la prolongada sequí­a habida en el presente año en el llamado «Corredor Seco» que se extiende por siete departamentos de la República: El Progreso, Zacapa, Chiquimula, Jalapa, Jutiapa, Santa Rosa y Baja Verapaz.

Alfonso Bauer

En dicho artí­culo, al igual que otros tratadistas, yo sostuve que la crisis alimentaria que estamos padeciendo en estos dí­as no tiene como causa eficiente la sequí­a en el «Corredor Seco», sino que proviene fundamentalmente de la desigual e injusta concentración de la tierra que, desde el siglo XVI, como consecuencia del despojo criminal de los conquistadores hispano de las tierras que en forma comunitaria labraban los pueblos indí­genas. Esos conquistadores, se adueñaron personalmente de vastí­simas comarcas y establecieron latifundios, o sea concentración de terrenos de una dimensión de hasta un mil caballerí­as y más. Y siendo que esa medida agraria española es equivalente a 45 hectáreas, resulta que por lo menos, cada conquistador, en propiedad privada, se quedaba con 45 mil has de fértiles tierras, las cuales pasaron a sus herederos, los «criollos», que ya en el siglo XIX, también pasaron a formar parte de los caudillos y de su clientela polí­tica, a partir de los años 70 del siglo XIX, de la Reforma Liberal, pocos criollos y la gran mayorí­a «ladinos» o mestizos.

En dicho artí­culo, con base que estos latifundistas, se cultivan sus tierras es para producir artí­culos de exportación y no productos alimenticios, y el campesinado si tiene alguna parcela es un minifundio, generalmente de precaria feracidad, de manera que su producción de alimento es igualmente, no satisfactoria.

Por ser esa falta de soberaní­a alimentaria debida a la concentración excesiva de la tierra en una minorí­a oligárquica de propietarios, me sumé a no pocos economistas y expertos en la materia, incluido el señor Oliver Schutter, Relator especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, quienes le han propuesto al ingeniero ílvaro Colom, presidente de la República, que elimine esa indebida concentración de tierras, a fin de que millones de auténticos agricultores tengan posibilidad de acceso a la posesión de la tierra y, para que estos suceda es indispensable la realización de un proceso de reforma agraria profunda, de justa distribución de la tierra, acompañada de operación efectiva de servicios de crédito agrario en condiciones blandas, así­ como la asesorí­a técnica.

Dicho esto, debo explicar que el anterior artí­culo publicado el 14 de este mes lo habí­a entregado anticipadamente el lunes 7, razón por la cual era imposible que supiera de la declaración que el Excelentí­simo diplomático, Stephen McFarland, embajador de los Estados Unidos de América, en Guatemala, hizo al diario La Hora y la cual fue publicada en la edición del miércoles 9 del presente mes. En dicha declaración Mr. Stephen, dijo: «Recientemente para poder activar programas de ayuda internacional de emergencia se necesitaba que Guatemala declarara el estado de Calamidad, tal cual lo hizo Colom este martes».

Comentario mí­o: No puedo saber si esa frase «tal cual lo hizo Colom este martes» fue dictada por el periodista que escribió la información o si es del señor Embajador, pero en todo caso él debe ser más prudente, pues no es esta la primera vez, en la que él se pronuncia en los medios de comunicación y opina como si fuese ciudadano guatemalteco, extralimitándose en sus funciones como si en vez de ser Embajador de la Federación, fuese Procónsul del Imperio. Hay guatemaltecos celosos de la dignidad nacional y este columnista de La Hora, es uno de ellos. Por eso con la mejor intención le pido al señor McFarland que no olvide, para un mejor desempeño de su importante misión, La Convención de Viena de 1961 que en el párrafo 1 del artí­culo 3 norma las funciones de la misión diplomática, «dentro del marco del Derecho Internacional» y siempre claro ésta que no incurra en violación del principio de no intervención. Es más, la misma Convención en su artí­culo 41 establece como obligación de los agentes diplomáticos la de no inmiscuirse en los asuntos internos del Estado, ante el cual están acreditados. Con respeto, insto al señor Embajador a no prestarse a servir ni a la Diplomacia del dólar ni a la del Garrote.

Ese mismo dí­a, en la página 3 del Diario La Hora, el primer magistrado de Guatemala, el Presidente de la República, según información suministrada por el periodista Javier Estrada Tobar, con ocasión de las participación del ingeniero ílvaro Colom, en la inauguración del Foro Nacional de la Responsabilidad Social Empresarial, instó a los empresarios a emprender prácticas socialmente responsables y justificó el estado de Calamidad por la hambruna que sufre el pueblo, pero por supuesto omitió revelar que habí­a suscrito el Decreto Gubernativo correspondientes, porque así­ se lo habí­a pedido el Embajador estadounidense. Y, sin duda, como estaba entre empresarios, se olvidó de la injusta y agobiante pobreza y extrema pobreza y desnutrición en que muchí­simas familias sobreviven en el paí­s, y según la información de La Hora, en un momento de ufaní­a, «En su discurso, el Presidente Colom evocó una frase del empresario mexicano Carlos Slim, en referencia a que no debe haber oposición a la generación de riqueza, en tanto que se combata la pobreza. Yo si quisiera seguir siendo millonario, pero sin estar rodeado de pobres».