Uno de los grandes problemas que fue incluido en programas de campaña electoral lo ha constituido la inseguridad que ha venido sufriendo la ciudadanía desde hace muchos años.
Hasta hoy, desgraciadamente, no se ha logrado la seguridad para las personas y sus bienes patrimoniales.
Los maleantes parecen estar cometiendo toda una serie de hechos delictivos en sus varios aspectos, porque la autoridad constituida en los diferentes períodos de gobierno, constitucionales o pseudoconstitucionales, no ha sido capaz de hacer frente a tan grave situación con la efectividad deseable
Es un hecho que la cultura de la sociedad registra una degradación que va de largo progresivamente, sobre todo entre los adolescentes y los jóvenes. Hay descuido en los hogares respecto del comportamiento de la muchachada, excepción hecha de una minoría que ha sabido obedecer los consejos de los progenitores y de los educadores de los planteles públicos y privados
En esta capital y en otros centros urbanos, existe temor de ser víctima de los facinerosos que hacen de las suyas y de los mil demonios porque están conscientes de que no fácilmente caerán en manos de las autoridades y, si los pescan, los libertan por falta de elementos probatorios en menos de lo que canta un gallo, y es que hay impunidad e incluso corrupción entre los juzgadores de casi todas las instancias. Así andan las cosas en nuestro país, sin muchas esperanzas de que la inseguridad termine o, al menos, se reduzca.
Las filas de la Policía Nacional Civil (PNC) han sido aumentadas y, a pesar de que sus elementos son reforzados por el Ejército, la población aún no puede respirar de alivio, gracias a las famosas maras y a quienes participan en el crimen organizado y en el narcotráfico.
Es de imperiosa y urgente necesidad que cada guatemalteco honrado, que lucha por el bienestar personal y familiar, pensando en la normalidad de la patria, coadyuve con las autoridades a frenar la inseguridad que nos tiene arrodillados como en un estado similar a una guerra civil que quién sabe cuándo será, siquiera, atenuada…
En determinados lugares, hombres y mujeres, indignados por lo que está pasando, se han organizado a su mejor conveniencia, sobre todo en las áreas indígenas, donde, para hacer frente a los forajidos empleando látigo y leño y, lo que es más cruel, el linchamiento de los delincuentes amarrados a postes para rociarlos con gasolina y prenderles fuego hasta carbonizarlos.
Lo que se está haciendo en la terminal de la zona 4 de la urbe capitalina constituye un buen ejemplo digno de ser imitado en cualesquier lugares de la república donde impere la situación de inseguridad contra los seres humanos y sus pertenencias. En dicho sector hubo muchos asaltantes, ladrones y asesinos, no sólo contra comerciantes establecidos, sino también contra la gente que andaba de compras de comestibles y de artículos en general, pero ahora los llamados “Ángeles Guardianes” (antes “Ángeles Justicieros”) y las patrullas policiales y militares han logrado frenar el bandidaje en todo lo posible, al grado de que comerciantes y clientes pueden sentirse bastante seguros en lo que hace a su dinero, a los productos que adquieren y a sus personas.
La mencionada terminal es un verdadero maremágnum. Hay fuerte movimiento comercial a toda hora del día y hasta las primeras horas de la noche. Se han erigido espaciosos edificios que dan la idea de sectores de mucha importancia en este valle de lágrimas…
Habría que ir pensando en organizar grupos con amor de patria que, conjuntamente con las autoridades encargadas de velar por el orden y la seguridad personal y patrimonial de los guatemaltecos, garanticen la seguridad que más o menos hubo in illo témpore.