Un dolor que no prescribe


De que apareció, apareció, pero en la lista de desaparecidos.

Nicanor Parra

La condena por 150 años de cárcel contra Felipe Cusanero Coj posee muchos motivos para celebrar, no sólo en Guatemala, sino que en un ámbito mucho más amplio. Aparentemente, ésta es la primera condena por desaparición forzada que se dicta en Latinoamérica, luego de un largo perí­odo oscuro, cuyo factor común fue la presencia de militares en los gobiernos de los paí­ses.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Antes de esta condena, Cusanero Coj y otros implicados en crí­menes similares, como genocidio, por ejemplo, han intentado evadir responsabilidades, justificando que estos delitos prescriben. í‰sta podrí­a ser una buena estrategia, tomando en cuenta que es hasta ahora -doce años después de la Firma de la Paz- que se empieza a dar un clima más o menos adecuado para llevar estos casos a la justicia; la supuesta prescripción vencerí­a diez años después de cometido el delito.

Sin embargo, la Corte de Constitucionalidad, al ser consultada por este caso, sentó el precedente de que estos delitos no pueden prescribir, ya que el impacto de estos hechos -valga decir, de lesa humanidad- tienen un carácter permanente y continuado.

Tampoco podrí­a decirse -no está de más- que la desaparición forzada no tiene defensa al aducir que no es retroactivo, ya que por ser un delito de lesa humanidad, es de suponerse un hecho repudiable en cualquier sociedad, y no sólo si está legislado o no.

Los familiares de los seis desaparecidos -imputados a Cusanero Coj- sienten cierto alivio porque la justicia terrenal funcionó y condenó a uno de los responsables. Sin embargo, aún falta lo más importante, que es averiguar dónde están los restos de estos desaparecidos, información que el condenado no quiso referir, así­ como indicar quiénes eran sus superiores que le habrí­an dado la orden para cometer el crimen.

Al no aparecer los restos, el crimen aún continúa perpetuándose, por lo que no podrí­a «prescribir» el delito, simple y sencillamente porque el dolor no ha «prescrito». Sin embargo, durante la audiencia hubo alivio, porque da pie para que se condenen a los responsables de los más de 45 mil desaparecidos en Guatemala.

El precedente también se sienta, no sólo para estos casos, sino para otros de crí­menes cuya defensa ha sido la supuesta prescripción o porque se niegan ante la no retroactividad de la ley. También, alimenta las esperanzas para la condena de cientos de responsables en toda América Latina, desde Argentina -donde lideran esta lucha las Abuelas de la Plaza de Mayo-, pasando por el triste perí­odo chileno de Pinochet, y continuando con tantas dictaduras militares, en todo el continente.

Quizá, algún dí­a, podremos dejar escapar nuestros fantasmas, y el Estado se dé cuenta de que estas acciones dan más tranquilidad y estabilidad social, que bonos por sembrar arbolitos o canastas solidarias. (http://diarioparanoico.blogspot.com)