A partir del mes de enero del año próximo, la licenciada Nora Liliana Segura Monzón de Del Compare se embolsará la bicoca de 70,000 quetzales mensuales porque en un magnánimo gesto el Presidente de la República decidió premiar su forma de combatir la corrupción (sin ningún caso que tenga que ver con el gobierno central y sus altas autoridades) duplicándole el salario. Ni modo, de esa forma Colom y su grupo pretenden sobornar a las autoridades encargadas de la fiscalización para que cuando se produzca el cambio de gobierno sigan actuando igual, es decir, haciéndose de la vista gorda de todo lo que ocurrió en esta administración.
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Uno puede pensar que los encargados de fiscalizar y de combatir millonarios actos de corrupción tienen que ser funcionarios bien pagados, pero eso tiene sentido si están cumpliendo con su deber. La Contraloría de Cuentas en Guatemala únicamente se ensaña con empleados menores, con tesoreros o a lo sumo Alcaldes municipales de recónditos lugares a los que formulan los reparos que sirven para justificar los millones que se gastan en mantener a la institución.
¿Se recuerda el lector de algún reparo formulado contra los cabezones de un gobierno? Si nos atenemos a las acciones legales emprendidas por la Contraloría de Cuentas y usamos eso como término de referencia, tendríamos que concluir que Guatemala es un país donde no hay corrupción significativa porque los auditores que revisan las cuentas del Estado no encuentran nunca motivo suficiente para formular reparos importantes y significativos. Aquí pareciera que toda compra se hace bien, sin sobreprecio ni comisiones de por medio y que toda obra está adjudicada en ley y construida con la mejor calidad. Hasta que venga la primera llovizna y se vuelvan a caer los puentes, caeremos también nosotros en cuenta de que nos vieron la cara de pendejos y que la Contraloría de Cuentas hizo las de los tres monos sabios. Precisamente por ello, como premio a su discreción, como reconocimiento a la lealtad que han tenido con los funcionarios de alto nivel del gobierno de Colom, es que se les distingue con un acuerdo que les duplica el sueldo.
¿Cree usted que si un ministro estuviera denunciado o si se hubiera reparado alguna compra del Estado, aunque fuera de un paquetito de viagras, les habrían dado ese aumento? Lo que pasa es que vivimos en el país donde todo se hace con el mayor de los descaros y cinismo. Es un gesto cínico premiar a una Contralora de Cuentas que ha llegado a hacer exactamente lo mismo que han hecho todos sus antecesores, es decir, hacerse babosa de cualquier negocio que tenga que ver con el manejo de los fondos públicos. Los otros contralores recibieron premios distintos, como el nombramiento para otros cargos o distintas canonjías, pero en el caso presente es a las claras, sin tapujos ni remilgos, que se anuncia a los cuatro vientos el premio que persigue, además, comprometer a la funcionaria para que cuando haya cambio de gobierno no vaya a pensar siquiera en que sus empleados vayan a formar parte de lo que ya llaman una posible cacería de brujas, ¡Nunca el término tan bien empleado!
Por supuesto que al fin de cuentas en todo esto los únicos responsables somos nosotros, los guatemaltecos de la calle, quienes terminamos tolerando todo, aguantando con todo y soportando hasta la más clara y burda desfachatez. No hay forma distinta en que se pueda calificar ese premio otorgado a la Contralora más que como un soborno a la autoridad supuestamente encargada de velar por la transparencia. La han comprado para que no haga olas, para que no alborote el hormiguero y deje que los millones defraudados queden como los que se clavó Meyer, en el puro limbo.