El 25 de agosto de 2009 falleció Edward Moore “Ted†Kennedy, quien desde 1962 hasta el día de su muerte fue senador por el Estado de Massachussets en la Cámara Alta del Organismo Legislativo de los Estados Unidos de América.
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Al enterrar a “Ted†en el Cementerio Nacional de Arlington, muy cercanamente a sus hermanos John y Robert Kennedy, pasó a formar parte de los hombres que enriquecen  la historia y la democracia de su país. Confirmación de ello fue la presencia del presidente Barack Obama y su esposa, el vicepresidente Joseph Biden y esposa, la secretaria de Estado Hillary Clinton y su esposo el presidente Bill Clinton, así como los anteriores presidentes Jimmy Carter y George Bush, con sus respectivas cónyuges.
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A diferencia de lo que hubiera sucedido en un país como el nuestro, no se le regatearon los honores y si bien sus funerales no fueron de Estado, muy pocas cosas faltaron para que lo fueran. Le honraron miembros de ambos partidos: demócratas y republicanos, la Iglesia Católica, la prensa nacional e internacional pero ante todo le honraron sus conciudadanos.
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El fallecimiento del más joven de los nueve hermanos Kennedy cierra una etapa de la política moderna de Estados Unidos. Aún cuando provenían de una familia con recursos, la vocación de servicio permitió que cinco hermanos desempeñaran un cargo público y tres de ellos en especial fueran reconocidos por su defensa de los derechos civiles, por su lucha por mejorar las condiciones de trabajo, especialmente salariales, por sus propuestas y mejoras a la educación, por su insistencia que la salud pública de ese país no excluya a nadie y se efectúe en condiciones económicamente adecuadas.
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Durante 47 años Ted Kennedy fue elegido y reelegido como senador a la Cámara Alta del Organismo Legislativo del gobierno de los Estados Unidos. Cuál hubiera sido la actitud que en ese sentido hubieran expresado en un país latinoamericano o en Guatemala en particular. Qué se diría si en uno de nuestros países, de una misma familia hubiera un presidente, un fiscal general, un senador, varios embajadores y varios congresistas como es el caso de la familia Kennedy.
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Los tres hermanos gozaron de la simpatía y respeto de América Latina, de los inmigrantes que siempre vieron su lucha contra las limitaciones a la inmigración y a la discriminación. Cuántas familias en América Latina pueden decir que en las condiciones sociales, económicas y culturales que disfrutaron John, Jack y Ted, ellos están dispuestos a realizar un papel parecido, a luchar por la erradicación de la pobreza, de la falta de educación, de la falta de salud, de la discriminación. Cuántos en Centroamérica y Guatemala están dispuestos a respetar y reconocer a los servidores públicos que se lo merezcan.
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Los tres hermanos Kennedy como seres humanos fueron imperfectos y sus vidas privadas se vieron marcadas por diferentes amoríos; incluso, en el caso de Ted por el gravísimo accidente automovilístico de Chappaquiddick; sin embargo, la ciudadanía supo valorar y balancear lo bueno versus lo malo, logrando con ello obtener la trascendencia y la proyección del servicio público. Descansa en paz merecidamente, ejemplar político norteamericano.