Un arquitectura más agradable para istmo


Vista panorámica de la ciudad de Guatemala, que fue construida después de que fuera destruida la antigua sede (archivo La Hora).

Volcanes, quebradas, terremotos, delincuencia, tugurios y falta de planificación son los peligros que acechan a diario a la mayorí­a de las ciudades centroamericanas y que los expertos tratan de revertir con polí­ticas de planificación para convertirlas en lugares más habitables y sostenibles.


Durante tres dí­as, arquitectos, urbanistas, ambientalistas y polí­ticos de varios paí­ses buscan en San José alertar al mundo de la necesidad de definir polí­ticas sostenibles y modelos de desarrollo para enfrentar todos estos retos.

A la pregunta que se hace este foro, de si «es posible construir ciudades sostenibles» en la región centroamericana, Herbert Méndez, coordinador de polí­tica y gestión medioambiental de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) -una de las organizadoras- responde con un rotundo «sí­».

«Sí­ es posible y lo que es posible es reorientar el crecimiento urbano en las ciudades de Centroamérica. No se trata de construir nuevas ciudades, sino de reorientar el desarrollo que ya tienen», declaró a la AFP.

Para ello, es necesario, en su opinión, «construir ciudades para el ciudadano y no para el consumidor», como ha sido la tendencia que ha imperado en los últimos años.

En Centroamérica, al igual que en la mayorí­a de los paí­ses de Latinoamérica, «desgraciadamente, están siendo más fuertes los centros comerciales y la segregación espacial, que la incorporación de áreas públicas al servicio de la ciudadaní­a. Y queremos discutir de esto», dijo Méndez.

Mientras tanto, las calles se han convertido en pasto de la delincuencia y de los automóviles, por lo que Méndez propugna «rescatarlas» para que vuelvan a ser encuentro de la ciudadaní­a y poder ofrecer a ésta «una mejor calidad de vida».

«Hemos planteado que hay que crear un nuevo ordenamiento urbano que esté sustentado en las dinámicas del territorio y no esté sustentado en mapas de uso del suelo».

Los participantes de este foro, el segundo que se realiza de este tipo, tienen como ejemplo las experiencias exitosas de las ciudades de Curitiba (Brasil) y Medellí­n (Colombia), aunque recuerdan que «no existen modelos únicos y replicables» de planificación urbana.

Y es que las ciudades centroamericanas, en particular las capitales, donde vive prácticamente la mitad de la población de la región, tienen condiciones «intrí­nsecas» como son, en la mayorí­a de los casos, la amenazante actividad volcánica y sí­smica, una orografí­a propensa a inundaciones y deslaves y otros tipos de catástrofes naturales.

A ello se suman el deficiente manejo de cuencas y subcuencas, la contaminación, el transporte, la calidad del agua y la inseguridad sin contar con la exclusión social provocada por la falta de planificación del desarrollo urbano.

Para resolver o paliar estos problemas es necesario «reorientar la gobernabilidad de las ciudades» y dotarlas con más medios, que deben salir necesariamente de una mejor y mayor recaudación de impuestos, sobre todo, de los que más tienen.

«No podemos seguir teniendo ciudades, donde los poderes públicos locales y nacionales chocan constantemente en el rediseño de la ciudad», dice Méndez, quien también critica la arquitectura de «enclaustramiento» que impera actualmente y que no «hace más que estresar la inseguridad del ciudadano».

Pero también «hay que llegar a la conciencia del ciudadano», y hacer que éste «aprecie su ciudad, que valore los espacios libres», para lo que las autoridades deben encargarse de garantizar la seguridad.

Por eso, el arquitecto nicaragí¼ense José Milán aseguró que para que un proyecto de este tipo resulte exitoso, hay que tener en cuenta a los ciudadanos.

«Si la gente no participa en el proceso nunca va a ser exitoso», advirtió.

«Sí­ es posible y lo que es posible es reorientar el crecimiento urbano en las ciudades de Centroamérica. No se trata de construir nuevas ciudades, sino de reorientar el desarrollo que ya tienen».

Herberth Méndez

coordinador de la polí­tica medioambiental de la UICN