Un año más


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El dí­a de ayer 10 de julio, fecha en que en Chile, en la Escuela Militar y en cada uno de los regimientos, se celebra el aniversario de la Batalla de la Concepción y hasta hace pocos años también el dí­a de la gloriosa infanterí­a de parche rojo al cuello, cumplí­ 72 años de existencia por la voluntad de Dios.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

 


Varios queridos amigos se comunicaron  para felicitarme y aun cuando mis hijos y nietos me insistieron en que efectuáramos una celebración familiar o un evento un poco más grande para celebrar mi onomástico, no quise aceptar porque no sé si es de celebrar el continuar caminando dí­a a dí­a por la vida y los senderos de esta terrena existencia.
 
Será de celebrar que todos los dí­as tenga que tomarme cuatro pastillas en el desayuno, a mediodí­a otras dos, en la noche cuatro y antes de dormirme dos o tres, según las circunstancias, que adicionalmente me tenga que inyectar diversas insulinas cuatro veces al dí­a: en el desayuno, almuerzo, cena y antes de dormir.
 
Será positivo dormirse a medianoche y en las seis horas o siete de sueño, cada dos horas y media, tener que ir a lavarse las manitas y a descargar la vejiga. También será un estí­mulo y una alegrí­a despertar a las seis de la mañana con el cuerpo adolorido, sin que nos den ganas de levantarnos, ni mucho menos tengamos motivos que nos estimulen a hacerlo. Por supuesto que la contraparte es ver a nuestros hijos casados, maduros, adultos, llenos de vida, dedicados a producir por el bien de sus hijos y demás familia. Indudablemente, es un estí­mulo que algunos de los fines de semana nos podamos reunir con la mayorí­a de los nietos que por sus diversas edades nos cuentan diferentes vivencias. Además, es una alegrí­a el ver a los más pequeñitos que aprenden poco a poco a expresarse y a decir “tata”.
 
Que difí­cil es mantenerse firme, con las botas puestas, al pie del cañón y que cuando menos lo esperemos, de una hora para otra, nos vengan numerosas molestias fí­sicas, respiratorias, de circulación, infecciones, subidas de azúcar, de ácido úrico y que los médicos nos digan que tenemos el corazón al doble de tamaño de lo normal, que debemos de nuevo aprender a comer alimentos cocidos, sin grasa, sin sal y en cantidades medidas.
 
Para colmo existen algunos individuos que sin veracidad, en uso y abuso de la libertad de expresión enví­an correos llenos de mentiras, imprecisiones y acusaciones sin fundamento.
 
Claro está que como católico, apostólico y romano, como hombre formado bajo los fundamentos del Colegio San Sebastián, de la Escuela Militar de Chile, de la Universidad Rafael Landí­var, sé cuales son mis principios y derivado de ellos cuáles son mis obligaciones hacia mi familia, hacia el prójimo y hacia el paí­s donde Dios le permitió a mis padres concebirme y verme nacer.
 
Será mi forma de ser porque nací­ un 10 de julio, que como ya indiqué coincide con la batalla de La Concepción, en la que todos los soldados chilenos y sus familiares murieron en la sierra peruana ante el ataque de fuerzas cinco veces superiores que ellos, pero no arriaron la bandera y por esa razón se celebra el santo sacrificio de allá en la Concepción.
 
También será por ello que al despertar y saber que el dí­a será igual a los otros 365, “como hojitas de calcar”, que les digo a mis hijos, a mis amigos, a mis compatriotas y a quienes me lean o me escuchen en mis Opiniones y Reflexiones, que tanto me estimulan en el tratar de transmitir mi experiencia de buena fe, que mi base está sólida, que como hombre así­ viviré, sin ninguna novedad, que “nada me inmuta o turba, que en Dios confí­o y en í‰l descanso”.