Un año de gracia



La prórroga del Impuesto Extraordinario y Temporal de Apoyo a los Acuerdos de Paz, nombrecito que se sacaron de la manga hace cuatro años para justificar el tributo que requerí­a con urgencia el entonces recién electo gobierno de Berger, otorga un año de gracia al gobierno de ílvaro Colom para que pueda avanzar en la búsqueda de un pacto fiscal que defina de una vez por todas la polí­tica tributaria del paí­s para las próximas décadas. Porque si hace cuatro años lució irresponsable que el gobierno promoviera un impuesto que durarí­a hasta el próximo «catorce a las catorce», ahora no podemos darnos el lujo de dejar que la cuestión fiscal esté sujeta a tantos vaivenes.

El gran problema es que el poderoso sector privado mostrará su férrea oposición a cualquier aumento de la carga tributaria, para empezar, y sobre todo si la misma tiene algo que ver con incremento a los impuestos directos que pueda gravar el ingreso o el capital. Si acaso, pretenderán que la carga tributaria suba mediante aumento a los impuestos indirectos, como el del Valor Agregado, porque esos se diluyen y los paga el último de la cola, el consumidor, mientras que las empresas pueden deducirlo.

La negociación de un pacto fiscal es seguramente el tema más difí­cil para cualquier gobierno en Guatemala, porque históricamente somos un paí­s reacio al pago de impuestos. Tanto así­ que desde el origen mismo de Guatemala como paí­s independiente, el tema de los tributos ha estado en el centro de la agenda y de hecho nos volvimos independientes porque los empresarios de entonces ya no querí­an pagar impuestos a la Corona española.

Cualquier ministro de Finanzas que ha promovido alguna reforma tributaria ha sido expulsado como tapón de gaseosa agitada porque no resiste la presión que ejerce el sector empresarial del paí­s. Y el eterno argumento que se esgrime es el de la corrupción administrativa y que no vale la pena pagar impuestos para que se los roben. Por ello pensamos que quien quiera dirigir un pacto fiscal eficientemente tiene que estar blindado en el tema de la corrupción.

Y hay que hacer una campaña para desvirtuar el adoctrinamiento que ha enseñado a los jóvenes que el impuesto es un despojo que se hace al que tiene. Es una forma en la que se armoniza la vida en sociedad mediante el aporte proporcional de sus miembros, partiendo de la base de que pone más quien más tiene para ayudar al que menos tiene y darle oportunidades de desarrollarse plenamente.