Un agujero rentable



El drama que viven los vecinos del barrio San Antonio desde hace mucho tiempo, cuando empezaron a escuchar retumbos que nadie tomó en cuenta, se ha visto incrementado ahora porque lejos de que las entidades encargadas asuman su responsabilidad, el problema del agujero se ha convertido en una importante pieza del ajedrez polí­tico y se explota la situación desde los más variados puntos de vista para llevar agua a los molinos de la polí­tica partidaria, sea negando responsabilidad municipal en la crisis o, por el contrario, afirmando que esa fue la causa del colapso.

En La Hora hemos repetido que lo importante de ese suceso es establecer las causas reales para evitar que pueda repetirse un fenómeno similar, por la razón que cientí­ficamente se demuestre, en otras zonas de la ciudad. Entendemos que en medio de una campaña polí­tica intensa el tema se vuelve muy atractivo para el proselitismo, tanto si se quiere defender el proceder de las autoridades como si se trata de responsabilizarlas del desastre y por ello es que se vuelve mucho más importante el criterio técnico, la opinión de los expertos, puesto que lo que interesa no es tanto pasar una factura polí­tica o capitalizar una determinada situación, como evitar la repetición del desastre.

Si existe un problema geológico al que contribuye la explotación irracional que hacemos del manto freático para el abastecimiento de agua de la ciudad, es necesario saberlo y establecerlo más allá de toda duda para que se adopten medidas que nos aseguren que no se volverá a dar un caso similar. Si hubo descuido en el mantenimiento de los drenajes y de los reguladores de caudal, igualmente resulta crucial determinarlo con la más absoluta certeza porque ello significarí­a que el riesgo puede repetirse en cualquier otro sitio por donde pase la red de colectores gigantes construidos hace ya tantos años.

Lo que no se vale es que el tema sea explotado con criterio electorero por unos y otros, puesto que ello aleja la posibilidad de una discusión seria, sensata y madura, para establecer plenamente las causas. En medio del apasionamiento generado por la contienda electoral, no va a prevalecer la razón ni el buen juicio porque cada quien andará a la caza de votos y es sabido que en esa tarea la verdad nunca ha sido relevante ni trascendente.

Y los vecinos, que claman por atención, terminan siendo utilizados por la maquinaria partidista que se mueve con todo dinamismo para usar la frustración de familias que lo han perdido todo o que están en riesgo de perderlo. Hoy en dí­a nadie puede asegurar si el fenómeno está controlado o si puede aumentar, no digamos afirmar que no se ha de repetir en otro sitio de la ciudad. Eso es lo que debiera preocuparnos a todos, más allá de que la gente pueda tomar partido a la hora de votar luego de los efectos especí­ficos de la propaganda respecto al tema de ese enorme agujero.