Ultraderecha apoya a Micheletti


Negociadores designados por el presidente depuesto Manuel Zelaya, conversan previo a la reunión con la OEA y su contraparte, afines al gobierno de facto de Roberto Micheletti, en una jornada donde no hubo muchos avances. FOTO LA HORA: AFP YURI CORTEZ

El gobierno de facto en Honduras y sus aliados lanzaron una campaña de cabildeo tras el golpe de Estado y logran ejercer cierta influencia sobre Washington, escribe el New York Times.


Según un artí­culo publicado este jueves en primera plana, el diario asegura que la campaña «tuvo el efecto de obligar al gobierno a enviar señales contradictorias al gobierno de facto, que las lee como señales de aliento».

La campaña de cabildeo ya gastó unos 400.000 dólares en estudios de abogados y de relaciones públicas que tienen «relaciones estrechas» con la secretaria de Estado Hillary Clinton y el influyente senador republicano John McCain.

El cabildeo recibió el respaldo de tres ex altos funcionarios del gobierno norteamericano –Otto Reich, Roger Noriega y Daniel Fisk– que consideran el caso de Honduras como una batalla contra la influencia de Venezuela y Cuba.

Mediante presiones ejercidas en el Congreso a través de un grupo de legisladores republicanos encabezados por el senador Jim DeMint de Carolina del Sur, la campaña logró incluso detener nombramientos en el gobierno.

Siempre según el artí­culo, los legisladores que participan en el cabildeo tomaron dos nombramientos como rehenes para presionar al gobierno de Barack Obama, incluyendo el de Tom Shannon en el cargo clave de embajador en Brasil.

A pesar de que Obama condenó públicamente el golpe, dice el New York Times, el departamento de Estado «ha enviado a veces mensajes a legisladores por otros canales, expresando su respaldo a Zelaya en términos más ambiguos».

SIN AVANCES

El depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, advirtió este jueves que el gobierno de facto pone al paí­s al borde del «abismo» por su negativa a restituirlo en el poder, en medio de un diálogo que permanece estancado pese a la presión de una misión de la OEA.

La negociación se complicó luego del que el gobernante de facto, Roberto Micheletti, reafirmó a los cancilleres y al secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, su negativa a devolverle la presidencia a Zelaya, depuesto en un golpe de Estado el 28 de junio.

«Está actuando como si viviera en otro mundo, como si Honduras fuera una gran potencia, no le importa la comunidad internacional, no le importa el pueblo, está llevando al paí­s a un abismo», dijo Zelaya, refugiado en la embajada de Brasil en Tegucigalpa desde que regresó en secreto a Honduras el 21 de septiembre.

En una reunión, transmitida en vivo por la televisión local sin previo aviso de los cancilleres, Micheletti lanzó fuertes crí­ticas a la OEA y les advirtió que las elecciones del 29 de noviembre se realizarán, aunque no sean reconocidas por la comunidad internacional.

«Solamente que nos manden un ataque y que nos invadan, es la única forma en que las van a detener (..) Si yo soy obstáculo me hago a un lado, pero sí­ exijo que se haga a un lado este señor (Zelaya)» las elecciones, dijo el mandatario de facto.

Tras reunirse con Zelaya la noche del miércoles, Insulza aseguró que «está claro» que la postura de Micheletti «no ha cambiado», pero insistió en que las conversaciones deben continuar hasta llegar a un acuerdo.

Zelaya insistió en que para «traer la paz al paí­s» es indispensable firmar el llamado Acuerdo de San José, que establece su restitución, y fijó como fecha para hacerla efectiva el 15 de octubre a fin de disponer de mes y medio en la organización de los comicios.

«Tenemos optimismo, pero ahora es moderado. Hay un atrincheramiento de posiciones. Aún con la dureza de Micheletti, nosotros seguimos creyendo que el diálogo es la solución ala crisis. La reunión con él nos dio un toque de realismo sobre el proceso», declaró a la AFP el canciller de El Salvador, Hugo Martí­nez.

Insulza y una decena de cancilleres y vicecancilleres deja Tegucigalpa este jueves, pero dejar a los tres representantes de ambas partes en la discusión de posibles cambios al Acuerdo de San José, plan del presidente costarricense Oscar Arias que además propone una amnistí­a y un gobierno de unidad nacional.

El canciller de Costa Rica, Bruno Stagno, pidió «flexibilidad» a las partes y reiteró que la OEA respetará lo acuerden los hondureños.

«Todo comienzo de diálogo es duro. Hay cosas buenas y malas, comentó a la AFP John Biehl, asesor del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Micheletti y sus aliados subrayan éxitos en el plano internacional en torno a un relajamiento de las presiones en lo referido al reconocimiento de las elecciones.

Medios de comunicación -todos afines al régimen de facto tras ser cerrados una radio y un canal de televisión seguidores de Zelaya-, empresarios y polí­ticos, reflejaban un aire de triunfalismo frente a las «imposiciones» de la OEA y la comunidad internacional, recuperando el tono desafiante.

Un editorial de New York Times aseguró que la campaña de cabildeo lanzada por el gobierno de facto y sus aliados logran ejercer cierta influencia sobre Washington.

«Queremos desesperadamente que Honduras regrese a la OEA, y entendemos su deseo de usar las elecciones para ese propósito, pero que sea de una manera que nosotros creemos debe ser respetuosa, a la vez que esperanzadora», dijo a Micheletti el subsecretario de Estado norteamericano para América Latina, Thomas Shannon.

En las calles de Tegucigalpa continuaba la presión del frente contra el golpe -sindicatos, grupos de campesinos, indí­genas y de derechos humanos-, que convocó a una marcha pese a que la derogación de un decreto que suspendió las libertades civiles el 28 de septiembre aún no es efectivo pues no se publicó en la gaceta.