El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, surcará el centro del país en un último intento por contrarrestar el creciente sentimiento popular contra la guerra en Irak y reafirmar así al oficialista Partido Republicano en las próximas elecciones legislativas.
En el segundo día de una gira por diez estados de cara a los comicios del 7 de noviembre, Bush se encaminaba este viernes a Missouri e Iowa, donde la competencia se presenta ajustada con el opositor Partido Demócrata, que podría quedarse con una o dos de las cámaras del Congreso.
Los demócratas necesitan obtener 15 escaños para lograr la mayoría en la Cámara de Representantes de 435 miembros. Sólo seis escaños los separa de la mayoría en el Senado.
Pero la guerra en Irak, donde los militares acaban de anunciar la muerte de cinco nuevos soldados estadounidenses, sigue amenazando la capacidad del partido de gobierno de ganarse el apoyo de los votantes.
Además, la renuncia el jueves de un alto líder del movimiento evangélico estadounidense, vinculado a la Casa Blanca y ferviente detractor de los matrimonios homosexuales, por acusaciones de pagar para tener sexo con un hombre, podría complicar el panorama de Bush para captar el voto conservador.
Ted Haggard, quien era presidente de la Asociación Nacional de Evangélicos de Estados Unidos, con 30 millones de seguidores, mantenía un contacto cercano con el gobierno y adhería a su plataforma de «valores conservadores».
Bush confía en que en su gira de seis días conseguirá el voto de los fieles republicanos, quienes históricamente han jugado un papel decisivo en las elecciones legislativas.
«Sé que se unirán a mí en el esfuerzo final hacia la meta», dijo Bush el jueves a cientos de seguidores en un gran complejo de entretenimientos en Billings (Montana, noroeste), donde inició su periplo.
«Ganaremos el Senado y ganaremos la Cámara (de Representantes). Vamos a ganar estas elecciones porque entendemos los valores y las prioridades de los estadounidenses», agregó.
En ese momento, su esposa Laura hacía campaña en Illinois (centro norte), otro estado donde la carrera electoral se vislumbra ajustada, y el vicepresidente Dick Cheney trataba de sumar votos republicanos en Idaho (noroeste).
«Estamos focalizando la energía (de Bush) en lugares donde podemos dar vuelta mejor el voto hacia los candidatos republicanos. Estas son todas contiendas reñidas», dijo un alto funcionario de gobierno a los periodistas, bajo condición de anonimato.
Pero los republicanos enfrentan una batalla difícil, con encuestas que muestran la desaprobación de los votantes respecto a Irak.
Un sondeo divulgado el jueves por New York Times/CBS reveló que sólo el 29% de los votantes aprueba el manejo de la guerra, cifra que iguala el nivel más bajo registrado hace seis meses.
Ese sentimiento podría verse exacerbado con las recientes muertes de cinco soldados estadounidenses entre el miércoles y el jueves, con lo cual suman 2.822 los efectivos caídos en Irak desde la invasión estadounidense en marzo de 2003, según un conteo de la AFP basado en datos del Pentágono.
Aprovechando esta situación, la campaña demócrata enfatiza lo que considera una mala gestión de la guerra por parte la administración de Bush y subraya que el gobierno no tiene planes de retirarse de Irak.
Los republicanos contraatacan diciendo que los demócratas no cuentan con ninguna estrategia propia con respecto al conflicto y que no son lo suficientemente duros como para salvaguardar la seguridad de los estadounidenses.
«Los demócratas no tienen plan para la victoria, no tienen idea sobre cómo ganar», dijo Bush el jueves en Billings.
Cheney, en tanto, destacó en otro acto en Idaho que los líderes demócratas «perdieron la perspectiva de la naturaleza del enemigo».
«Ellos harían que Estados Unidos se retirara antes de completar el trabajo», dijo.
Bush y Cheney también apelaron al bolsillo de los votantes, al advertir que la oposición aumentará los impuestos que la actual administración recortó.