Los países europeos acordaron este jueves por mayoría cualificada y sin el voto de España seguir adelante con el proyecto de de satélites Galileo, que pretende competir con el sistema estadounidense de navegación GPS a partir del 2013, anunciaron fuentes comunitarias.
«Estamos en capacidad de poner Galileo en marcha para 2013 y ofrecer a los europeos numerosos servicios», se congratuló ante la prensa el comisario europeo para el Transporte, Jacques Barrot.
Ya era tiempo: el proyecto europeo ha acumulado más de cinco años de retraso con respecto a su calendario inicial, en tanto que Estados Unidos ya prepara una nueva generación de GPS con capacidades decuplicadas.
Galileo promete una precisión de localización de un metro, contra las a veces decenas de metros del actual GPS (Global Positioning System).
Tras un acuerdo difícil, logrado el viernes pasado, el proyecto obtuvo un financiamiento público integral en el presupuesto 2007 y 2008 de la UE.
Alentados por esta financiación comunitaria (lograda pese a un rechazo de Alemania), los ministros de Transportes de la UE se pusieron de acuerdo este jueves sobre la organización de las futuras licitaciones industriales que permitirán dar finalmente luz verde al programa.
Finalmente, 26 países miembros de la Unión Europea, sobre 27, aprobaron el texto de un acuerdo que tiene ribetes políticos.
Pero la unanimidad que debió acompañar el surgimiento de este proyecto emblemático de las ambiciones tecnológicas europeas no se dio en Bruselas esta noche, que terminó en medio de la exasperación de las delegaciones frente a la intransigencia española.
España obtuvo sin embargo lo que quería, destacaron tanto la Comisión Europea como la presidente portuguesa de la UE.
Antes, en los últimos meses, fue Alemania la que negoció asperamente en defensa de sus intereses nacionales y en nombre de un «justo retorno» a su territorio de las inversiones que había aceptado hacer, actitud que obligó a la Comisión a desplegar enormes esfuerzos de persuasión.
«Galileo se convertirá en la punta de lanza de la tecnología europea», se felicitó el comisario europeo de Transportes, Jacques Barrot, ante la prensa. «Estamos en disposición de poner en marcha Galileo en el año 2013 y de ofrecer a los europeos muchos servicios», añadió.
España albergará una base encargada de la señal para la protección civil («Safety of Life»: seguridad marítima, ferroviaria y aérea), pero Madrid quería disponer, como Alemania e Italia, de un verdadero centro de control de los 30 satélites del proyecto, según fuentes europeas.
«De aquí al 2013, España puede tener un centro con plena capacidad. A pesar de todo, por razones que no se me alcanzan, España no se adhirió al texto final», explicó Barrot, quien indicó que la aprobación por mayoría cualificada era conforme a las normas europeas.
Fuentes diplomáticas españolas ya advirtieron este jueves de que sería «muy difícil aceptar un acuerdo que no satisface» sus aspiraciones.
El ministro portugués de Transportes, Mario Lino, cuyo país tiene a su cargo, hasta fines de año, la presidencia de la UE, consideró que las conclusiones adoptadas por 26 países «reflejaban perfectamente el punto de vista de cada uno» y se extrañó de la posición intransigente de España.
Los puntos de desacuerdo con España tenían que ver, en realidad, con «algunas palabras» sobre el papel de ese centro con respecto a otros, ubicados en Alemania e Italia, y «no con lo fundamental», explicó por su lado el secretario de Estado francés de Transporte, Dominique Bussereau.
«Ha sido una voluntad política muy fuerte la que se ha expresado esta noche. Galileo está en el cielo», subrayó el responsable francés.
«Galileo es un acto de fe política para Europa, no se puede decir que se quiere construir Europa sin tener una cierta independencia, que es lo que nos dará Galileo», agregó.