La Comisión Europea tiene presentará mañana una propuesta muy esperada sobre la reducción de las emisiones de CO2 en los vehículos nuevos, aunque continuaba buscando hoy conciliar los intereses divergentes de los constructores alemanes, franceses e italianos.
En un hecho poco habitual, varias cuestiones quedaban por solucionar en vísperas de la reunión de la Comisión que debe aprobar la propuesta, y por ello el presidente del ejecutivo comunitario, José Manuel Durao Barroso, buscaba acercar los puntos de vistas de los comisarios de Medio Ambiente, Stavros Dimas, e Industria, Gunter Verheugen.
Según el objetivo retenido por Bruselas en febrero pasado, los vehículos nuevos vendidos en Europa a partir de 2012 deberán emitir una media de 120 gramos de CO2 (dióxido de carbono) por kilómetro, contra 160 actualmente.
Mientras que los constructores tendrán que reducir las emisiones del motor a 130 gramos, los restantes diez gramos se ganarán a partir de una mejora de los neumáticos, la creación de indicadores de cambio de velocidad o un mayor recurso a los biocarburantes.
Pero este objetivo es sólo una media para el conjunto del parque automotor y se trata ahora de «repartir la carga» entre los constructores.
El debate opone a los países constructores de vehículos pequeños menos contaminantes (Francia, Italia, España, Rumania), apoyados por los Estados miembros sin producción industrial, y aquellos productores de autos de gran cilindrada, todo terreno y deportivos más contaminantes (Alemania y Suecia).
Según un estudio de la ONG «Transporte y Medio Ambiente», los constructores franceses e italianos (PSA, Renault y Fiat) emitían en 2006 una media de 144 gramos de CO2 por km contra 173 g para los alemanes BMW, Volkswagen (Audi) y DaimlerChrysler (Mercedes).
Como lo deseaba Alemania, Bruselas propondrá objetivos diferenciados en función del peso del vehículo, aunque todavía quedaba por definir la curva que determinará el objetivo de emisiones de CO2 en función de ese peso.
Franceses e italianos estiman que corresponde a los constructores de grandes vehículos hacer el mayor esfuerzo, más aún teniendo en cuenta que disponen de márgenes más elevados.
La industria alemana ya logró un éxito en otro punto: la posibilidad para los constructores de compartir sus objetivos de emisiones, lo que permitiría alianzas en automotrices de alta y baja gama.
Otra cuestión que provoca divisiones es el monto de las penalidades a pagar por los constructores que superen sus objetivos.
Según fuentes europeas, Durao Barroso no quiere enfrentarse a Alemania y propone 10 euros por gramo de CO2 suplementario, mientras que Dimas reclama 95 euros, una cifra que provocó una virulenta reacción del gobierno alemán.