Tras dos años de idas y venidas, la UE logró finalmente esta semana un consenso para negociar un nuevo acuerdo de asociación con Rusia, que deberá discutir bajo la mirada del primer ministro Vladimir Putin, a pesar de la presencia del flamante presidente Dmitiri Medvedev.
La decisión adoptada el lunes pasado por los cancilleres europeos fue el fruto de difíciles tratativas entre los 27 miembros de la Unión Europea, que habían chocado primero con la oposición de Polonia y luego con la de Lituania, ambos muy desconfiados de cara a Rusia.
La cuestión energética, uno de los capítulos primordiales del nuevo acuerdo a negociar, se había convertido en un punto crítico, a raíz de la exigencia de los lituanos para que la UE se comprometiese a no olvidar sus preocupaciones en ese sector, del cual depende de Moscú para el 90% de su consumo.
Según está previsto, las negociaciones para este nuevo acuerdo de «asociación estratégica», que debe reemplazar al actualmente en vigencia firmado en 1997, deben abrirse oficialmente en la cumbre UE-Rusia del 26 y el 27 de junio en Siberia, que será encabezada por Medvedev.
Mientras que el acuerdo de 1997 había sido firmado en un momento en el que Rusia se recuperaba del desmoronamiento de la Unión Soviética y no tenía todavía fronteras comunes con la UE, la nueva coyuntura es completamente diferente.
En efecto, Rusia busca desde la llegada de Putin al poder, hace más de ocho años, recuperar su papel de gran potencia y ha retomado el control de unos hidrocarburos extremadamente lucrativos.
Si Dmitri Medvedev «es muy pro-europeo y convencido de la necesidad de tener relaciones estables, sólidas y fuertes con la UE», como dijo el negociador de la Comisión Europea, Eneko Landaburu, lo cierto es que Putin, con quien las cosas no han sido fáciles para los europeos durante sus presidencias, no parece dispuesto a perder el control de las negociaciones.
Así quedó demostrado el jueves cuando el nuevo primer ministro ruso se entrevistó en París con el jefe de Estado francés Nicolas Sarkozy, cuyo país ejercerá la presidencia de la UE a partir del 1 de julio.
«Francia asumirá la presidencia de la Unión Europea y esperamos que eso permita hacer avanzar las negociaciones sobre la asociación estratégica», dijo Putin tras este encuentro en el que las relaciones UE-Rusia ocuparon un lugar destacado.
Si bien las materias primas, y la energía en particular, tienen un peso «demasiado importante» en los intercambios UE-Rusia, Putin quiere que el nuevo acuerdo le permita a su país desarrollar proyectos de «alta tecnología» en las áreas del «espacio, la aeronáutica y el automóvil», sectores en los que Rusia ha perdido liderazgo con el correr de los años.
En ese marco, Francia y otros países europeos se muestran dispuestos a invertir en esta Rusia en plena expansión económica, aunque para ello requieren un «marco jurídico» apropiado que garantice su apuesta, algo que debería encargarse de resolver el nuevo acuerdo estratégico.
Las negociaciones también deberían permitir profundizar las relaciones en temas que se encontraban en estado «embrionario» en el anterior acuerdo, como la justicia y la seguridad, la cooperación en misiones de mantenimiento de la paz en países terceros.
Por último, y siempre admitiendo el papel fundamental del capítulo comercial, la UE promete no olvidar cuestiones delicadas como los derechos humanos o los «conflictos» relativos a las repúblicas separatistas georgianas de Abjasia y Osetia del Sur, otra de las exigencias de Lituania para dar su luz verde al lanzamiento de las negociaciones.