UE firma su nuevo tratado en Lisboa con pompa y modifica su imagen


José Manuel Barroso, comisario europeo, ofrece su discurso previo a la firma del Tratado de Lisboa, que ofrece una nueva configuración para la Unión Europea.

Los lí­deres de la Unión Europea firmaron hoy en Lisboa el nuevo tratado que reemplaza a la difunta Constitución, y que facilitará las decisiones de cara a su ampliación, en una ceremonia marcada por la ausencia del británico Gordon Brown, que llegó luego para rubricarla.


Organizada por la presidencia portuguesa de la UE, la firma se llevó a cabo en el claustro del Monasterio de los Jerónimos, de estilo gótico tardí­o del siglo XVI y decorado para la ocasión con un espectacular juego de luces azules y detalles en amarillo en honor a la bandera europea.

Los jefes de Estado y de gobierno de los 27 firmaron el texto uno detrás del otro junto a sus cancilleres con una estilográfica de plata ofrecida por la presidencia portuguesa.

Aduciendo tareas gubernamentales en su paí­s, Brown fue el único jefe de gobierno que no apareció cuando fue convocado el Reino Unido, justamente el último Estado miembro de la lista por orden alfabético y que estuvo representado por el ministro de Relaciones Exteriores David Miliband.

La ausencia de Brown, que llegó a Lisboa por la tarde para firmar el tratado, motivó la reacción del presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien indicó que Europa «necesita a Gran Bretaña».

«We need Gordon» («Necesitamos a Gordon»), agregó Sarkozy cuando un canal de televisión británico le pidió su opinión sobre la ausencia de Brown.

El nuevo tratado europeo, un intrincado documento de 256 páginas aprobado el pasado 19 de octubre en la capital portuguesa tras difí­ciles negociaciones, reemplaza a la Constitución rechazada por franceses y holandeses en sendos referendos a mediados de 2005.

Según está previsto, entrará en vigencia el 1 de enero de 2009, una vez que sea ratificado por todos los Estados miembro de la UE.

Si el nuevo texto mantiene las innovaciones para facilitar las decisiones en una UE que pasó de 15 a 27 miembros desde 2004, deja de lado en cambio todo aquello que hací­a pasar a Europa a una velocidad superior: la palabra «Constitución», la referencia a una bandera y un himno europeos y la Carta de Derechos Fundamentales, a la que otorga sin embargo valor jurí­dico.

Los estigmas del «No» de 2005 también están presentes: los 27 aprobaron un texto sólo comprensible para expertos juristas y destinado a evitar imprevisibles referendos, especialmente en los paí­ses «de riesgo»: Gran Bretaña, Dinamarca, República Checa, Francia y Holanda.

Hasta ahora, sólo Irlanda anunció que realizará una consulta popular, tal como se lo exige su Constitución.

Este tratado reafirma los valores de Europa, «la legalidad democrática, el respeto de los derechos fundamentales,las libertades comunitarias, el acceso a la justicia, el respeto del pluralismo y la diversidad», afirmó el primer ministro portugués, José Sócrates, en un discurso durante la ceremonia.

Según el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, también presente en la ceremonia, el nuevo tratado hace que la UE «esté mejor ubicada que cualquier otro paí­s o grupo de paí­ses, no para imponer, sino para proponer las soluciones globales que el mundo necesita de manera urgente».

«Europa se quedó inmóvil, bloqueada, sin saber cómo avanzar. Hemos encontrado la solución con el tratado simplificado. Europa se va a dotar de reglas institucionales simples y eficaces. Es una etapa importante», estimó de su lado Sarkozy.

Tras la ceremonia de firma, los jefes de Estado y de gobierno se subieron juntos a un tradicional tranví­a de Lisboa para dirigirse al Museo de las Carrozas, donde compartieron un almuerzo.