Los dirigentes europeos decidieron esperar hasta el 19 de noviembre para cerrar la elección del futuro presidente estable y del jefe de la diplomacia de la UE, con el fin de ganar algo de tiempo para hallar un consenso, una tarea que resultó más complicada de lo previsto.
«Tras haber consultado con el conjunto de jefes de Estado y de gobierno, el primer ministro» sueco y presidente de turno de la UE, Fredrik Reinfeldt, decidió «convocar una cumbre extraordinaria el 19 de noviembre» en Bruselas, anunció hoy un escueto comunicado.
Los dirigentes de la Unión Europea (UE) habían confiado en un principio en zanjar esta semana los nombramientos a los nuevos puestos clave del bloque, un proceso que se desarrolla entre bastidores, a través de una intensa diplomacia que moviliza a todas las capitales.
Pero tras varios días de consultas, los 27 constataron que sigue sin haber un consenso y decidieron postergar el anuncio oficial de las designaciones al día 19, explicó Roberta Alenius, portavoz de Reinfeldt.
La creación del puesto de presidente de la UE y de un «superministro» de Relaciones Exteriores está contemplada en el Tratado de Lisboa, que entrará en vigor en diciembre encarado a reforzar el peso de Europa en el mundo y su eficacia interna.
Para el cargo de presidente, con un mandato de dos años y medio renovable, Londres continúa aferrado a su candidato, Tony Blair, pese a que la candidatura de éste ha sido desestimada públicamente y en privado por la mayoría de los socios europeos.
«Está claro» que para ese puesto «hay un grupo restringido de candidatos: antiguos o actuales jefes de gobierno», declaró Reinfeldt en una entrevista publicada hoy por el Financial Times.
«El equilibrio (de ambos puestos) entre izquierda-derecha es muy importante para muchos, pero también entre grandes y pequeños países, norte y sur, hombres y mujeres», dijo en otra entrevista al diario sueco Dagens Nyheter.
En este proceso, Reinfeldt estaría molesto por las presiones franco-alemanas, dos países que, según la prensa, tratan de imponer al primer ministro belga, Herman Van Rompuy, a la cabeza de la UE.
«Es importante que cada uno diga lo que piensa. No es una historia en la que dos personas nos dicen qué debemos hacer», señaló el lunes en Berlín, durante la ceremonia de aniversario de la caída del Muro, en alusión al presidente Nicolas Sarkozy y la canciller Angela Merkel, según el rotativo británico The Times.
El secreto que envuelve las negociaciones ha sido denunciado, por otro lado, por Polonia, que reclama que los candidatos se presenten oficialmente y expongan sus programas y prioridades. Países como España, Lituania, Finlandia o la República Checa apoyarían esta idea.
Los otros nombres barajados para la presidencia de la UE son el holandés Jan Peter Balkenende, el luxemburgués Jean-Claude Juncker o la letona Vaira Vike-Freiberga.
La incertidumbre marca también la elección del futuro jefe de la diplomacia de la UE, un puesto que muchos consideran idóneo para el ministro británico de Relaciones Exteriores, David Miliband, pero éste niega rotundamente ser candidato.
Una alternativa es el ex jefe de gobierno italiano Massimo d»Alema, pero su pasado comunista incomoda a los países del Este.
El primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, cuyo país ocupa la presidencia rotativa de la Unión Europea (UE), admitió que cuenta con demasiados candidatos potenciales para asumir los nuevos cargos de presidente estable y jefe de la diplomacia del bloque.
«Cuando se conversa con los 26 colegas (europeos), se obtienen más nombres que el número de puestos que se ofrece», dijo Reinfeldt en Bruselas.
Algunos países proponen «más de un» candidato: «es fácil comprender que la lista se va alargando», señaló el primer ministro, partidario de distribuir ambos puestos respetando un equilibrio entre la izquierda y la derecha políticas, norte-sur, este-oeste y mujeres y hombres.
Reinfeldt, que pocas horas antes había anunciado la convocatoria de una cumbre de la UE para el 19 de noviembre con el fin de designar a los nuevos presidente y ministro de Relaciones Exteriores, aseguró que llegará a la cita con una propuesta de un solo nombre por cargo.
El Tratado de Lisboa, que entrará en vigor en diciembre, prevé que el bloque de 27 países cuente con un presidente estable y un «superministro» de Exteriores, que aportarán una voz y un rostro a Europa y deberán reforzar su peso en el mundo.