La Unión Europea y ífrica celebran el sábado y domingo en Lisboa su segunda cumbre con el objetivo de establecer una relación «de iguales» entre ex imperios y colonias, en medio de la preocupación europea por la creciente influencia de China en el continente africano.
La cumbre, organizada por la Presidencia portuguesa de la UE (al igual que la primera en El Cairo en 2000), estará marcada además por la invitación lanzada al cuestionado presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, y que llevó al primer ministro británico Gordon Brown a no viajar a Lisboa.
«El número de jefes de Estado y de gobierno presentes bate todos los récords. Es la reunión internacional más grande jamás albergada por Portugal», celebró el martes el primer ministro portugués, José Sócrates, cuyo país se jacta de ser «la más africana de las naciones europeas» por cuestiones geográficas e históricas.
En total, 80 líderes fueron invitados: 27 de la UE y 52 de la Unión Africana y Marruecos, de los cuales 71 (23 y 48, respectivamente) confirmaron su asistencia, según la presidencia portuguesa.
La asociación estratégica que se busca lanzar en Lisboa «servirá de base para las relaciones que permitan a ífrica y la UE tratarse como iguales», explicó de su lado el canciller portugués, Luis Amado, presente el miércoles en Charm el-Cheij (Egipto) para una reunión preparatoria.
El objetivo es «hacer frente de mejor manera a los problemas que afrontamos actualmente, como la inmigración y la seguridad», agregó Amado.
En efecto, los líderes europeos tienen previsto adoptar en la cumbre ocho detallados planes de acción en distintas áreas, entre ellas inmigración, comercio, energía, paz y seguridad, cambio climático y comercio.
Para los países mediterráneos como España, Italia o Francia, la cuestión de la inmigración ilegal es capital, y la cumbre servirá en ese sentido para jerarquizar la estrategia conjunta adoptada en la conferencia ministerial sobre Migración y Desarrollo UE-ífrica de noviembre de 2006 en Trípoli.
Pero de forma más general, es toda una Europa «acostumbrada a una visión caritativa moralizadora» de ífrica la que debe comprender que su continente vecino «no es» y nunca más será su «coto reservado», como señaló el comisario europeo de Desarrollo, Louis Michel.
ífrica, con sus mil millones de habitantes y sus inmensos recursos naturales, «es cortejada por todas las potencias del planeta, Estados Unidos y China a la cabeza», continuó Michel.
Europa es el principal socio comercial de ífrica con intercambios que superaron los 200.000 millones de euros (unos 300.000 millones de dólares) en 2006, así como el principal donante, con una ayuda de 35.000 millones de euros (51.500 millones de USD) en el mismo año.
Pero esta influencia decrece a medida que aumenta la de China, hoy en día tercer socio económico de los africanos y cuyo «dinero fácil» seduce a un continente cansado de las exigencias europeas vinculadas con los derechos humanos y la democracia, y que muchos consideran como un doble discurso.
Precisamente el tema de los derechos humanos y la invitación de presidente de Zimbabue Robert Mugabe, que había provocado la anulación de una cumbre prevista para 2003, se convirtió en la gran controversia de los últimos meses.
El británico Gordon Brown había anunciado que boicotearía la cita si Mugabe era invitado, pero la presidencia portuguesa de la UE no cedió a la presión y siguió adelante con su idea.
«La buena política es la de enfrontarse cara a cara», justificó en ese sentido el secretario de Estado portugués de Relaciones Exteriores, Manuel Lobo Antunes.
El jueves, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, dijo «respetar» la decisión de Brown, aunque advirtió que si la UE «tiene como regla no ir a conferencias a la que asisten países que no respetan los derechos humanos, me temo que no participaríamos en muchas conferencias mundiales».