Ahora que me enteré de lo que me ocurre con las Instituciones artísticas del Estado, a las que se les recortarán o suprimirán su presupuesto y por lo tanto, terminaran por sucumbir, me viene a la memoria lo que ocurría con el dictador Ubico, que le tenía fobia a todo lo que se refiriera a estos temas.
En esos días oscuros para las diversas expresiones del pensamiento y en lo que corresponde a la subrama teatral, funcionaban dos compañías, la Sociedad Dramática Nacional, del primer actor Alberto Martínez Bernaldo, quien contra viento y marea representaba periódicamente obras teatrales en el hoy anulado, por intereses extranjeros, Teatro Palace. Alberto mantuvo, hasta su deceso, la tradición de representar para el mes de noviembre «Don Juan Tenorio». La otra compañía teatral que igualmente trabajó durante esa época y que representaba para la Cuaresma la versión teatral de la Vida, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, fue la Compañía Artística Nacional, dirigida al alimón por la primera actriz y comediógrafa María Luisa Aragón, y el primer actor Armando Ortiz, que trabajaban en el Teatro Abril, aún vigente.
Ya alguna vez lo he expresado, pero lo reitero, aparte de la censura previa de los libretos, para ver si contenía ideas subversivas, había que sacar la «toma de razón» en la Policía Nacional, sin la cual no se permitía levantar telón, costaba Q25.00. Las funciones deberían empezar a la hora anunciada y por la noche, terminar antes de las doce, había multa por cada minueto de atraso. El tiempo era controlado por un policía. Con el arribo de la era democrática de la Revolución del 20 de Octubre de 1944 todo eso terminó y se inició una nueva vida, se creó el Ballet Guatemala y un poco a prisa se programó su debut; vinieron dos Compañías de í“pera al majestuoso Teatro Capitol, también destruido por intereses extranjeros para hacer un montón de cinitos. Las prácticas culturales se expandieron, se respiró un super oxigenado aire de expresiones culturales. Se creó la Editorial «José de Pineda Ibarra» adscrita al Ministerio de Educación. Ya no existe.
Con el tiempo y otros gobiernos se creó la Dirección Cultura de Bellas Artes, que promovió la expansión cultural a todo nivel. Después vino el actual Ministerio de Cultura y Deportes que desde que empezó como un Viceministerio del Mineduc ha sido cuestionado y ha habido intentos por clausurarlo, ¡Qué pena!
Ahora están el Ballet Guatemala y el Moderno y Folclórico, la Orquesta Sinfónica Nacional, la Marimba de Conciertos, el Coro Guatemala, el Teatro de Bellas Artes, a parte del Centro Cultural de Guatemala con su Gran Teatro «Miguel íngel Asturias » y el Teatro de Cámara «Hugo Carrillo», ambos en apuros económicos, etc. Cuando me entero de estos embates en contra de nuestra cultura, me dan ganas de recordar lo que le dijo Ubico a María Luisa Aragón y al actor Ramón Aguirre cuando fueron a solicitarle apoyo para la Compañía Artística Nacional, que así como ella era modista y él sastre, que siguieran consiendo en lugar de hacer cosas de haraganes. Para muchos eso es la cultura, es cierto que «no vende» ni aliena a las masas, pero construye un alto pedestal de honor.
Hay que hacer un gran esfuerzo para que las entidades representativas de nuestra cultura no desaparezcan, entre más altos sean sus déficits anuales, cuanto mejor.