Las diatribas contra la adhesión de Turquía a la Unión Europea (UE) son utilizadas como un arma electoral por los partidos gobernantes u opositores de Alemania, Francia y Holanda, que esperan así aunar votos en los comicios al Parlamento Europeo del 4 al 7 de junio.
«Es coherente decir a la gente, en esta campaña para las elecciones europeas, que no podemos dejar entrar a todo el mundo en Europa, en tanto que miembros de pleno derecho», declaró este mes la canciller alemana, Angela Merkel, junto al presidente francés, Nicolas Sarkozy. «Nuestra postura común es pues la siguiente: una asociación privilegiada para Turquía, pero no una adhesión plena y entera», subrayó Merkel.
También Sarkozy ha multiplicado en las últimas semanas sus declaraciones encaminadas a defender que el país musulmán, en negociaciones de adhesión desde 2005, no puede contar con un lugar en el seno de la Unión Europea (UE). «Convendría iniciar desde ahora mismo con Turquía negociaciones para crear un espacio económico y de seguridad común», dijo el presidente francés, cuestionando de forma implícita las conversaciones de adhesión, que él mismo había permitido continuar mientras ejerció la presidencia de la UE en el segundo semestre de 2008.
Nicolas Sarkozy y Angela Merkel «han calculado que emitir declaraciones fuertes contra la ampliación y en particular contra Turquía permitirá cosechar votos en las elecciones», analiza el eurodiputado ecologista holandés, Joost Lagendijk, lamentando que Ankara se haya convertido en el «chivo expiatorio».
En un sondeo publicado el pasado septiembre por el instituto IFOP, el 67% de los europeos interrogados se mostraron contrarios a la adhesión turca, encabezados por los franceses (80%), alemanes (76%), belgas (68%) y holandeses (67%).
No es la primera vez que la cuestión aflora durante una campaña europea. En 2005, la oposición a la entrada de Turquía explicó en parte el «no» francés al referéndum sobre la Constitución Europea.
También desde hace varios años, en Holanda, «la ampliación y Turquía se han convertido en un blanco fácil para ganar votos», subraya Lagendijk. En ese país, el diputado de extrema derecha Geert Wilders se mueve en estas aguas, esperando obtener algunos escaños en el Parlamento Europeo. «No hay ningún partido que diga lo mismo que el mío: «Turquía no debe nunca convertirse en miembro. Ni en cien años, ni en 10.000 ni en 100.000″», espetó Wilders.
Unas declaraciones similares de un político belga local arrancaron hace unos días la ira del embajador turco en Bruselas, Fuat Tanlay, que denunció «la caza de votos» de algunos partidos.
«No creo que (este tipo de declaraciones) tenga un impacto masivo en los electores pero (los políticos) piensan que les traerá algo positivo. Quizás es algo psicológico», opinó Amanda Akí§akoca, analista del Centro de Política Europea.
Esta experta destaca que las cuestiones de la ampliación de la UE, compuesta actualmente por 27 países, o el ingreso de Turquía son «casi siempre utilizadas como instrumentos negativos». Así, en los países más favorables a la adhesión turca, en particular los del Este, los últimos en ingresar al bloque, los políticos «hablan de forma más positiva de la ampliación, pero no lo utilizan como un tema de campaña», explica.