Turquí­a: mujeres relegadas de la polí­tica


Exclusión. La mayorí­a de los puestos en el Parlamento de Turquí­a serán ocupados por hombres.

Turquí­a debe elegir el domingo a un número récord de parlamentarias, pero la proporción no bajará de diez hombres por cada mujer, según las mejores estimaciones para esta ’Cámara de bigotudos’.


Ka-Der, un grupo de apoyo a las candidatas, prevé que entre 30 y 55 mujeres se sentarán en los 550 escaños del Parlamento, frente a las 24 actuales.

Magro balance todaví­a, por lo que el paí­s se queda muy retrasado en términos de poder de las mujeres. La Unión Interparlamentaria (UIP) clasifica a Turquí­a en el puesto 123º por representación femenina en las asambleas nacionales.

Esta situación es combatida por organizaciones como Ka-Der con una llamativa campaña con ocasión de estas elecciones. Conocidas actrices y empresarias turcas prestaron su imagen luciendo un mostacho postizo, y junto a ellas esta pregunta: «Â¿Hay que tener bigote para estar en el Parlamento?».

«Conocemos la respuesta a nuestra cuestión, y es que sí­», dice la presidenta de Ka-Der, Hulya Gulbahar.

«Tenemos que hacer frente a otra elección (previa), ya que los partidos mantienen su polí­tica de incluir sólo a un número simbólico de mujeres en sus listas», y a menudo lejos de la cabeza, por lo que no salen elegidas, estima esta militante.

Paradójicamente, la República turca fundada por Mustafá Kemal Ataturk dio el voto a las mujeres en 1934, bastante antes que muchos paí­ses europeos. Pero desde entonces hizo pocos progresos.

Canan Aritman, que se presenta a la reelección con el principal grupo de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata), considera que «los hombres no quieren compartir la polí­tica con las mujeres, pero una democracia sin mujeres es una democracia coja».

A pesar de un movimiento modernizador en los últimos años, que permitió la emancipación de muchas mujeres en la Turquí­a occidental urbana, la sociedad sigue estando dominada por los hombres y en el campo se priva a las jóvenes de formación y se las recluye en el hogar.

Difí­cilmente encontrarán una voz en estas elecciones cuando muchas son incluso obligadas a votar lo que decide su marido.

Las organizaciones feministas piden que la ley imponga una cuota de electas del 30%, pero la idea es rechazada de plano por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado), para quien eso serí­a tratar a la mujer «como mercancí­a».