Sorprendidos por el estallido de violencia tras las elecciones del 27 de diciembre, los numerosos turistas presentes en Kenia, en alta temporada turística, están bloqueados en sus hoteles y se toman con paciencia la espera de sus vuelos de regreso a sus países de origen.
«Es extraño. Puedo ver los incendios en la ciudad desde la ventana de mi habitación», cuenta Zak Kostyrka, un estudiante australiano de 23 años alojado desde hace cuatro días en un gran hotel de Nairobi, última etapa de una gira que también le ha llevado a Tanzania junto con dos amigos.
«Estuvimos en la región del Kilimanjaro (Tanzania) una semana y no sabíamos lo que pasaba», explicó su amigo Matt Greer, de 28 años, al confesar que sólo supieron de los disturbios en suelo keniano cuando viajaban hacia Nairobi, «por los sms recibidos por una estadounidense que iba en nuestro autobús».
La crisis amenaza directamente al sector turístico keniano, que aporta 14%% del producto interior bruto del país y que está en plena expansión gracias a la relativa estabilidad del país en los últimos años y la belleza de sus parques naturales, fauna y paradisíacas playas en el océano Indico.
«Queríamos visitar la casa de Karen Blixen y el centro de jirafas, pero desde esta mañana estamos en el hotel viendo las noticias por la televisión», dijo Martti Lintunen, un fotógrafo independiente finlandés de unos 60 años, de vacaciones en Nairobi con su mujer y su hijo.
«El director del hotel nos ha dicho que el centro de la ciudad es seguro pero que, de todas formas, no salgamos», continuó el fotógrafo al declararse «acostumbrado» a esta inestabilidad por haber estado por trabajo en «el sur de Sudán o en Mozambique, cuando la guerra civil».
Hoy, el ente keniano de turismo quiso tranquilizar los ánimos y explicó en un comunicado que «la mayoría de las zonas donde se tienen noticias de incidentes violentos están lejos de los circuitos turísticos y no están incluidas normalmente en los itinerarios».
Pese a ello, algunos sangrientos disturbios se produjeron precisamente en barrios de la turística ciudad costera de Mombasa y de Nakuru, la localidad del centro del país en cuyo parque se halla el mayor jardín de rosas del mundo.
Varias capitales occidentales desaconsejan desde el lunes los viajes a Kenia y piden a sus compatriotas que ya se encuentran en el país del este de Africa que tomen todas las precauciones posibles, mientras que ciertos operadores han suspendido las excursiones locales previstas en sus paquetes.
La cancillería británica ha pedido a sus compatriotas que no viajen a Kenia si no es por motivos estrictamente necesarios. Los británicos son el mayor contingente de turistas extranjeros del país africano.
En cuanto a los turistas ya presentes en suelo keniano, algunos se plantean seriamente el final anticipado de sus vacaciones, como Dimitri Kuritsko, un ruso de 33 años
«Las calles de Nairobi están desiertas; es como una película ¿Dónde está la gente? Espero que los animales no desaparezcan igual porque si no, sería mejor volver a Rusia cuanto antes», ironizó con temor.