Como última etapa de las tres semanas que acompañé en su visita a Guatemala a mis compañeros de curso militar y a sus distinguidas esposas, el jueves 3 de abril nos dirigimos por la carretera Panamericana de Guatemala hacia Los Encuentros, habiéndonos detenido a desayunar en un lindísimo centro turístico en Tecpán, donde nos recibieron con una tasa de arroz en leche y disfrutamos, al gusto de cada quien, de un magnífico desayuno.
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La carretera Panamericana se encuentra en muy buen estado, dejamos de transitar por la misma para llegar a Chichicastenango donde lo más que logré por el dolor fue desplazarme una cuadra hasta la iglesia en cuyo convento me quedé tendido en una plataforma de ladrillo mientras mis amigos y ante todo sus esposas recorrían ese folklórico mercado, donde tratan cada día más de vender a los visitantes tejidos industrializados muy lejanos de lo que realmente son los tejidos autóctonos.
De ahí partimos hacia Atitlán, en el recorrido recibimos una cuantiosa lluvia que empezó a dejar huella de derrumbes en los costados de la carretera. El hotel que escogimos para pernoctar se distingue por sus bellísimos jardines, por sus acogedores ambientes; sin embargo, a la hora de cancelar nuevamente se dio la circunstancia que la tarifa en dólares más impuestos querían cobrarla en quetzales a un cambio de Q7.90 por dólar, no aceptaron el pago en dólares con tarjeta de crédito argumentando que por ser la tarjeta emitida en Guatemala el sistema no lo permitía. Menos mal contábamos con suficientes dólares en efectivo lo que nos evitó ser atracados en el cambio. En nuestra estadía mis amigos disfrutaron de los alrededores del lago y del excelente ambiente de un bar pizzería donde el servicio y la música fueron de primera calidad.
El día viernes tomamos el camino Atitlán-Godínez deteniéndose en Agua Escondida en una pequeña gasolinera que pertenece a la familia de nuestro compañero guatemalteco de curso militar René Américo Urrea, (q.e.p.d.), donde mis compañeros chilenos se tomaron varias fotografías para compartir el hecho con el resto de los compañeros del curso militar de haber estado en la tierra de Urrea. De San Lucas Tolimán a Cocales no hay mayor número de túmulos, sin embargo, no hay una cuadra en la carretera donde no existan por lo menos diez hoyos, lo que hace sumamente difícil el tránsito de vehículos.
Media vez llegamos a la carretera de la Costa Sur, nuestro desplazamiento de Cocales a Escuintla y de Escuintla a Guatemala fue pronto y expedito, habiendo pernoctado a orillas del lago de Amatitlán en nuestra residencia familiar donde descansamos de tanto paseo, de tanta vivencia y experiencia que sin duda alguna espero motive a otros compañeros chilenos a pensar en visitar turísticamente Guatemala.
De todo lo transcurrido concluyo que el Instituto Guatemalteco de Turismo debe contar con mayor información sobre todos y cada uno de los lugares que Guatemala tiene como atractivo para los guatemaltecos y los extranjeros. Debe de ejercer una estricta supervisión de precios y servicios en los hoteles del país si queremos ser correctos y competitivos.
¡Guatemala es primero!