¿Turismo al servicio de quién?


Llegó la Semana Santa. ¿Saldrá de vacaciones? ¿A la playa? ¿Quizás al lago de Atitlán? o quizás a La Antigua, que ha sido uno de los lugares promocionados por el Inguat como sitio turí­stico en esta época por sus tradicionales procesiones.

Juan Pablo Ozaeta

Si es una de las personas afortunadas de salir a visitar éstos u otros destinos, seguramente quedará muy complacido con la belleza de los lugares que hay en Guatemala para visitar. Si se encuentra en estas circunstancias, le invitó que aproveche para reflexionar.

No me refiero a hacer reflexiones de acuerdo al perí­odo litúrgico, que no está mal, sino a reflexionar sobre el contexto de estas zonas que podrí­a visitar. Antigua Guatemala y los pueblos de Sololá alrededor del Lago de Atitlán tienen en común que se han convertido en las más visitadas por turistas, pero también que han sido ocupadas por personas de mucho poder adquisitivo que no son originarias de esa localidad, y en la mayorí­a de casos tampoco de Guatemala.

Pero el problema no es que sean personas extranjeras, sino que el valor que pagan por cada terreno que ocupan, eleva el precio de los bienes inmuebles, y afecta a las personas originarias de esa localidad que se ven obligadas a abandonar sus pueblos de origen. En el caso de la población antigí¼eña han vivido un éxodo a Jocotenango, San Felipe, u otros pueblos aledaños, o quizás a la capital. Principalmente tuvieron que salir quienes nacieron ahí­ pero rentaban, y ya no alcanzaron a pagar el alquiler.

Como resultado, cada vez que comemos o nos hospedamos en La Antigua Guatemala, y también en el Lago de Atitlán, muchas veces lo hacemos en negocios extranjeros. Si bien hay un grupo de gente originaria que vende artesaní­as u ofrecen otros servicios, y se benefician de las divisas del turismo no es lo mismo si fueran estas personas quienes tuvieran los servicios de hoteles y restaurantes. De manera que la industria sin chimeneas se convierte en algo similar a las industrias mineras, petroleras, etc., pues se aprovechan del patrimonio del paí­s para agenciarse de fondos que no se quedan en el paí­s.

También esta situación se parece a lo que ha acontecido en la costa sur, territorio con potencial agroalimentario y que por muchos años dio la posibilidad al campesinado de sembrar alimentos, y a la población en general, de consumirlos sanamente y a precios accesibles. Ahora esa tierra, por ejemplo en Retalhuleu, está adueñada por españoles, que siembran caña, o tienen ganado y el precio de la tierra es tan alto que el campesino ya no la puede arrendar.

Me pregunto qué ocurrirá cuándo se construya la Franja Transversal del Norte, con la población del área ixil, o con la población q»eqchí­ de Alta Verapaz, Petén e Izabal. Cuánta gente se verá en la necesidad de movilizarse, porque los terrenos subirán de precio. Cuánta conflictividad surgirá a raí­z de eso.

Finalmente, me pregunto qué tanto gana el paí­s con la campaña del Inguat de visitar La Antigua Guatemala. Espero estas preguntas las lleve consigo en su viaje. Es bueno ver el lado económico de las cosas, pero sin dejar de ver el impacto social que tienen los proyectos económicos del paí­s.

Entonces, una recomendación para esta Semana Santa es: apoye el turismo comunitario.